jueves, 29 de noviembre de 2018

breves crónicas de una visita a Ica.





El viejo Madero  del Hospital  Santa María de Socorro
Breves crónicas de una visita a Ica.





Las cruces en las chacras, en las campiñas de  sierra o costa, en las haciendas, caminos o en los cerros son antiguas costumbres cuya  celebración  es en el mes de Mayo. Este Lunes regrese después de casi cuarenta años, al Hospital Santa María del Socorro en Ica, sabía que había sido reconstruido después del terremoto del 2007.

Recordé que siendo estudiante, aprendí a poner inyectables allí primero entre nosotros tres alumnos de primer año y luego nos dieron la oportunidad de hacerlo con pacientes a mí me tocó un viejo presidiario, enmarrrocado a la cama, el pellejo era seco y duro no entraba la aguja . Era una muy antigua  edificación del siglo XIX,  con una muy bella capilla antiquísima, todo de quincha, que se vino abajo con el sismo.

Corría el año 1978 estudiaba en la Universidad San Luis Gonzaga, un Domingo soleado, no recuerdo el mes pero hacía calor , pase a buscar  a un amigo para almorzar y no lo encontré, almorcé  solo recuerdo, parihuela , una sopa de pescado y mariscos , regrese a  mi cuarto sintiéndome mal, me recosté  las sienes me estallaban y  taquicardia , veía saltar la venas de mis brazos, me había intoxicado y no sabía qué hacer, pensé que allí quedaba, fue entonces que el amigo ,Gustavo ,al que pase a buscar para almorzar me toco la ventana serían las tres de la tarde, y me llevo al hospital Santa María del Socorro, vomite  hasta el alma ,me hidrataron y quede dos días hospitalizado, me salvaron la vida . Regrese después de cuarenta años y solo estaba el viejo madero a un lado del novísimo hospital.

Un reencuentro

Me vuelvo a encontrar con un amigo y compañero de universidad, después de algunos años, aunque eventualmente nos comunicamos telefónicamente. Me aloje en su casa los dos últimos años de estudios, me alquilaba un cuarto y vivíamos solos, el tenía  su cuarto yo el mío no había nada en la sala,  una cocina de dos hornillas.

Muchacho   tranquilo de costumbres,  a pesar de tener la casa para el sin controles, nuca hubo desarreglos, ni borracheras, ni fiestas, ni llevaba chicas. Los compañeros de la universidad le pedían la casa para hacer fiestas pero él no quería, la casa era de sus padres que no vivian en Ica, podía hacerlo pero no  lo hizo.

Era y sigue siendo un tipo particular, de costumbres de largo aliento, mientras habitamos su casa no teníamos tele solo radio, pero a las diez de la noche salvo en exámenes como un reloj se iba a descansar, se despertaba 6 y 30 sin reloj siempre,  su rutina de limpieza de dientes era y debe seguir siendo casi un  rito, sigue con los dientes blanquísimos completos y la sonrisa amplia. Al despertarse después del desayuno después del almuerzo antes de acostarse creo que lo hacía con los tiempos exactos y la minuciosidad propia de un relojero
.
Tipo correcto, desde que lo conocí nunca dejo de afeitarse un día incluido domingo y feriados, el corte de pelo no sé cómo hacia  pero siempre estaba del mismo tamaño, se permitía cierta licencia de andar en vividi dentro de casa, cuando no estaba con su pijama de franela de rayas.

Sin embargo para salir de casa siempre con una camisa del mismo modelo y colores serios, dentro del pantalón con correa, excepcionalmente se ponía un polo pero siempre con cuello, zapatos bien lustrados, nunca con zapatillas. Reloj pulsera hoy veo que es el mismo  modelo o muy parecido al que usaba en la universidad.

Correcto, estudioso, educado, no habla lisuras, ni de sexo, rara vez sudaba, a pesar del intenso calor de los veranos iqueños,no era deportista ni hincha de ningún equipo, no iba mucho al cine, no se metía en política. Mantenía la casa escrupulosamente limpia y ordenada me obligaba a seguir su ritmo, es cierto que las dos dos habitaciones tenían lo elemental, la sala estaba  vacía  ,todos los dias le pasaba la escoba ya veces lo hacía yo para colaborar, colocaba en el resquicio de la puerta un pedazo de papel periódico para que no entre la arena o el polvo de la calle.

A la entrada de la casa había un jardín que regábamos con regularidad,  periódicamente en los fines de semana se dedicaba a sacar la mala hierba. La dieta que teníamos en la noche era bastante monótona, arroz huevo   papas fritas, por allí yo preparaba un lomo saltado o un guiso de atún.  El desayuno, yo café y pan  él te o le leche con pan. Eventualmente lonche con invariable pan con jamonada. o los queques que mandaba su mama o la mia.

Cierto día teníamos clases en la tarde ,así que prepare el arroz  cuando fuimos a clases la universidad estaba tomada , lo que sucedía a menudo, así que decidimos irnos cada uno  a la casa  de nuestros padres, él se fue primero , lo que era raro porque el partía primero normalmente era yo, me fui al día siguiente y olvide botar el arroz, que quedo en la olla, regresamos después de 15 días y en la olla había desarrollado como seis tipos de hongos mohos, micelios de distintos colores y formas. Al votar el arroz nos dimos con la sorpresa que el ácido producido  había perforado el piso de la olla en al menos 5 o 6 sitios, la lleve a parchar al mercado y quedo  como anécdota.

 Al encontrarnos me dice – vamos para que veas la casa donde vivimos, a la cual no había retornado, desde que salimos de la universidad, fuimos,  había  cambiado  mucho, tenía construido  dos piso el jardín y el patio habían sido convertidas en habitaciones en total como seis  entre los dos pisos cuatro baños , pero el vivía solo allí.
 Entramos a la cocina que había sido agrandada, y recordé el episodio de la olla perforada, se rió y me dijo –mira acá esta-  sorprendido la vi igual que la deje hace 40 años limpia, con su tapa y las cicatrices algunas imperceptibles de los parches  ocasionada por los hongos. Al despedirnos pude ver que mantenía la misma figura como si no hubiera subido de peso, delgado casi sin arrugas algunas canas , -tengo que irme a almorzar es la 1 y 25- me dijo . Nos despedimos .no había cambiado casi nada.







miércoles, 21 de noviembre de 2018

mal de amores



                                                    


                                                                 MAL DE AMORES.



El amor le sobrevino como un aguacero selvático, lo mojo todo, un amor como las cosechas tardías como la de las los vinos asoleados, amores concentrados, dulces intensos por los años esperados.

Lo tomo desprevenido, mientras bailaba despreocupado, cuando una sonrisa, lo ilumino todo, inundo la tarde de ese Domingo de Mayo. Después de los sesenta, los amores son rápidos improvisados, si es que llegan a ser amor, pero este, que lo cogió de las solapas , entendió que era el último, el más grande. Espero no sufrir se dijo para sí mismo, mientras la fiesta continuaba y le vino a la mente Florentino Ariza.

La vida de Francisco había sido dura, azarosa, intensa. Era un sobreviviente nato, desde que nació apurado en la chacra de los Molinos, cuando su madre Doña Rosa que en paz descanse y que de Dios goze, regresaba de cosechar pallares de la chacra de su padre.

La partera que la asistió lo lavo con pichita del niño, ese jugo de uva nueva, le buscaron un padrino de Agua del Socorro en tanto lo bautizaran, como justo pasaba por allí Don Juvenal Anicama  lo cogieron de padrino poniéndole  de forma provisional , el nombre del santo del día, premonitoriamente Valentín.  Le hicieron la señal de la cruz con el agua de la Achirana, allí Anicama hombre de campo vio que el ñaño además de gritón traía en la nuca el sello de los miércoles de ceniza por lo que le auguro larga y buena vida.

Sobrevivió a la pobreza, gracias a la sabiduría materna, que lo alimento con buenos sentimiento, pallares, y las estrategias antiguas  de los malos tiempos. Niño  inquieto, curioso, le paso de todo, y de todo salió bien parado.

Me contó que en cierta ocasión, como a los nueve años jugando a las escondidas una ruma de ladrillos mal colocados se le vino encima, sepultándolo, además de la cabeza rota y empolvado de naranja algunos hematomas logro sobrevivir. En otra  intento subir a un ómnibus en marcha cayendo de tan mala forma que las llantas estuvieron a punto de arrollarlo , sino fuera por un señor que logro jalarlo justo a tiempo, según él fue un ángel , pues estaba vestido de blanco y nunca más volvió a verlo .

Por querer ayudar de niño  en la cocina con los pallares se le volteo la olla, sufriendo quemaduras por la que estuvo hospitalizado quedando con cicatrices ;  con todo lo vivido, salía cada vez  más fuerte y atrevido .  

Nos conocimos en la universidad, gran animador de la vida política, vivió con intensidad sus posiciones que defendió con ardor, vehemencia dedicado en cuerpo y alma a su quehacer, más de una tanda recibió al enfrentarse a sus rivales políticos, lo corrieron a balazos, una noche en un mitin en una campaña electoral un petardo de dinamita estuvo cerca de volarlo,  quedo un poco sordo, por eso  hablaba más fuerte, lo que lo hizo un gran orador a garganta pelada. Los rivales políticos lo odiaban con encono  y los sentimientos eran correspondidos. Años después, le serviría para trabajar como conferencista  y catedrático.sus adversarios lo odiaban y el sentimiento era reciproco,

Una vez en el comedor universitario, lo sé porque estuve con él en la cola de espera del almerzo,  le pusieron vidrio molido en el guiso, pero como los gatos solo le cortó la lengua, nos llevamos la comida y encontramos los restos de vidrio. Igual no estaba para morir  joven ,como lo auguro su padrino de agua de socorro.

En sus vacaciones se iba al puerto cercano a trabajar de pescador por lo que regresaba con el pelo largo y amarillento como surfista, musculado por el arduo trabajo, una noche a su retorno nos contaba que una noche en la bolichera se enredó  con la red y cayó al mar, lo sacaron de los pelos medio ahogado. Eso me fue convenciendo de su estrella y que estaba destinado a morir de muy viejo. Otro trabajo que tuvo mientras estudiábamos fue la de guardián nocturno en una construcción de viviendas populares, lo que aprovecho para leer mucho.

Vivió con intensidad amores  que  se sucedían, aprendía largos poemas que recitaba, enamorado para siempre, hasta que terminaban como deben acabar los amores inmortales.

 Se casó dos veces,  a los cincuenta divorciado, vivía solo rodeado de sus libros y discos, de vida exagerada, no podía retener amistades,  cultivo con cariño las enemistades que logro hacer germinar y hacer crecer con dedicación. De buen comer y beber, Juan vivía contento solo, sus hijos  lo querían, pero como el manjar blanco, no era para  la vida diaria  sino solo para de vez en cuando.

Su vida estaba como los ríos prontos a llegar al mar, lentos  seguros con remansos, algunas rencillas le animaban los días placenteros de la vida universitaria.

A pesar de su formación marxista, eran  permanentes  sus peregrinajes a  la virgen de Llauca, como le enseño mamá Rosa desde niño, también cada vez que salía o regresaba del pueblo iba al Señor de Luren a pedirle su protección. Así contradictorio la gente lo quería o lo odiaba.

Paso los sesenta  sin pensar que el amor lo atrapara de nuevo, así fue que lo agarro descuidado, sin defensas, no opuso  resistencia   dejándose  llevar por las olas de ese océano amable. Los que los conocíamos percibimos los cambios que se produjeron, dejo de poner lisuras en sus comentarios por las redes, se puso puntilloso con su ortografía, que antes le importaba poco, abandono los enconos, las riñas inútiles y entretenidas  cambiándolas por palabras amables .

Mantuvo y mantiene escondido el nombre del amor desmedido que lo que lo cambio, nos encontramos para almorzar en el centro de Lima y mientras apurábamos un generoso vino tinto,  casi confiesa el nombre que quería gritarlo como una arenga de guerra, pero supo contenerse y guardar religioso silencio ,salimos y lo acompañe a una florería donde compro un ramo inmenso desmesurado, exagerado  como su vida, nos despedimos , se fue por esas calles limeñas con el andar de los que a la vida llegaron con la marca del miércoles de ceniza.  
     






martes, 20 de noviembre de 2018

el heredero


Precauciones.
Nunca se sabe.

Una de los hijos lo miraba sin mostrar sentimientos, la otra con la mirada perdida en un cuadro, lo escuchaba como si estuviera lejos, muy lejos, no lo llegaba a comprender, ninguna de las dos le creían, habían visto mucho desde niñas, y no había congruencia con lo que ganaba y con lo que tenían, era su padre y no podían cuestionarlo, pero tampoco para salir a defenderlo.

El hijo hombre  menor que ellas pero ya un adulto lo miraba y asentía, sabía que su viejo era un tremendo pendejo,  pero no tenia trabajo, y administraba una organización sin fines de lucro que presidia su madre en Andorra, que le permitía una disipada vida, en el departamento que había comprado con el préstamo que le había hecho papá, además era el engreído, en la universidad tuvo un Ferrari, pero no tenia dotes para la política ese gen mutante no lo había heredado.

El menor en el colegio todavía jugaba con su nintendo , mientras escuchaba, parecía distraído y sin prestar atención, era al  que le gustaba la política, y era un ácido crítico del quehacer nacional. Era el heredero nato de su padre , sus medios hermanos , lo trataban distantemente.

Todos reunidos ,el padre les explicaba los motivos de la decisión de haberse asilado, la sala de la casa del embajador tenía un ambiente tenso,  la noche había avanzado y en las afueras los grupos contrarios gritaban arengas.

Estaba cometiendo el error de dirigirse a sus vástagos como si fueran los cuatros escuderos  o cancerberos que tenía en el partido, pero por cariño y complicidad le   hacían ver que le creían. Ellos sabían todo.

De pronto el menor se levantó y salió. El padre le pregunto-  ¿A dónde vas?-
- por una inca cola- respondió dejando el nintendo y estirándose.

Se volteo con su  vaso con gaseosa, le dijo a boca de jarro. - Papi, en familia, todos sabemos que odebroct y otros te dieron un huevo de plata.

 La pregunta papi es ¿Cómo hacemos para que no te la quiten ? , sino nos quedamos chihuan.

Todos miraron al adolescente, y el viejo saurio rió, se rompió el clima crispado .es mi sucesor pensó. Les dio las claves de las cuentas secretas los nombres de los abogados a cargo de la transferencia, la vida estaba asegurada.



miércoles, 14 de noviembre de 2018

VISITANDO AL ABUELO.




                                                      MI ABUELO


Yo soy, abuelo, el Gran Houdini, el mejor escapista del mundo.
Cortaré, desataré todos estos virales y tubos.
Convertiré tus ligaduras en alas, y saldrás volando como los pájaros.
 Y allá donde vayas, no te preocupes, te llevaré palomitas de maíz para que sigas, como hasta hoy,
 contando y volando cuentos.
https://blao-blao.blogspot.com/2018/01/contando-y-volando-cuentos







Regreso a Lima, después de 10 años. Me fui     a los 19 cuando termine secundaria, a estudiar a España, me fui quedando después de terminar la universidad,  di la vuelta al mundo con una cámara fotográfica como freelance.

Una , otra  cosa  me hacía no poder regresar al Perú, estuve cerca en Brasil, Colombia, todo es muy rápido en mi profesión un día en América, al día siguiente en África. Me había criado con mis abuelos maternos, que se quedaron en Lima, mi madre y mi hermana se habían instalado en Irlanda, mis abuelos nos decían que no nos quedáramos en Perú. Ellos se quedaron en una  huerta que compraron al sur de Lima cuando se jubilaron .

Regreso porque mi abuelo está muy  enfermo  tiene ochenta y dos años mi abuela, murió  hace dos años.

Pasaron muchos años, voy recordando esa parte de mi vida, mi niñez adolescencia  con mis abuelos y mamá en un departamento en Jesús María,  en la Residencial San Felipe , la pasamos bien.  a veces nos llevaba al colegio o pasaba a recogernos,  el viejo era entretenido siempre tenía algo que contar o inventaba historias, era el permisivo, mi abuela era la que ponía  disciplina en casa.

Voy camino a verlo al hospital, el abuelo no quiso que le contaran a nadie que estaba hospitalizado, siempre nos decía que no quería molestar de viejo y que había preparado su muerte mi tío Jorge me llamo y me dijo que no le quedaba mucho tiempo  que dormido me llamaba.

Voy y los recuerdos me vienen desordenados, lo veo alegre  leyendo y comprándome libros, íbamos a las librerías, nos dejaba escoger y felices con mi hermana regresábamos a casa, me contaba que así hacia su padre con él. En la casa de sus padres, que nunca se logró vender y quedo en un juicio eterno ,que mi madre ni mi tío quisieron seguir , habían quedado muchos libros de su padre, éramos chicos y no quiso regresar más.

Paso por la Residencial, donde vivíamos, y veo los jardines tan cuidados como entonces, las imágenes cuando lo sacaba para jugar con la pelota, él era arquero y me enseñaba los trucos del arco,  me tiraba mil pelotas para patearla, yo insistía en practicar las chilenas, chalacas o tijeras  me tiraba la pelota alto  yo saltaba estirando las piernas para patear la pelota hacia atrás, y caía al suelo de espaldas. Me inscribió en una academia de futbol,  durante años jugué en los clubes del distrito.

Se pasaba mucho tiempo trabajando de día de noche, domingos feriados,  tomaba mucho café, sin azúcar y sus copas de pisco de Ica, de vez en cuando.

El abuelo era deportista, salía a correr y hasta que me fui de la casa, iba al gimnasio, jugaba fulbito con sus amigos, nadaba, la abuela también hacia sus ejercicios, pero no tanto como el abuelo, pero el recuerdo me viene que cocinaba riquísimo, igual que mamá.

Los sábados durante años, religiosamente compraba la tinka, un sorteo  donde había que acertar seis entre treinta y seis números,  una sola vez saco 4 números y le dieron 90 soles, nosotros nos reíamos en casa. Se la pasaba hablando de lo que haría si se sacaba esta lotería, dejo de trabajar al día siguiente profería como  un rezo.

La abuela lo seguía nomas, a veces le pedía que la  comprara  ella, o a mi mamá, a mí no, lo acompañaba pero no me mandaba  comprar, ni escoger números, decía que los juegos de azar eran para los que trabajaban.

Pasaban los años y persistía en su tinka, no apostaba a los caballos ni los resultados del futbol, depende de los hombres y animales, no de la suerte, además, nos decía, además me da ansiedad y no disfruto depender de otros. Era su filosofía, si me la saco, será la suerte pura, es una en diez millones de posibilidades, es como tirar un pucho de cigarro y que caiga parado, me decía cuando lo acompañaba, o que un asteroide caiga en tu casa.

Me voy a comprar unas tierras, voy a construir mi casa  así y asa, después corregía mejor con chimenea, otras la construía de piedra, o de barro. Siempre ponía un horno para el pan un sitio para la pachamanca   voy tener una vaca, para tomar leche  recién ordeñada, hablaba y lo escuchábamos como si fuera un cuento.

No sé si  cuando me fui siguió comprándola, me imagino que sí, el día que me fui nos acompañó al aeropuerto, ya no manejaba, no le gustaba, detestaba el tráfico de la ciudad.

 Recuerdo con claridad que cuando  llegamos, muy rápidamente me dio un abrazo y   un sobre con dinero,  me dijo bajito   con firmeza - ándate rápido, entra de una vez, no voltees que nos ponemos a llorar – se dio media vuelta  y se fue. Mi madre me contaría después  que algo parecido le dijo a ella cuando  de mi edad también partió a España.

Entre al hospital por la tarde era invierno. El  hospital tendría cien años ,  había ido de niño. Subí al piso ocho, pocos médicos, algunas enfermeras, gente visitando a sus parientes.

Lo vi en una cama con un tubo por la nariz y una conexión a la vena en su brazo izquierdo, el abuelo era zurdo,  flaco, pálido, muy delgado el rostro, los ojos hundidos, la cabeza afeitada.

Abrió los ojos me vio  sonrió, inaudible me dijo hola, me emocione no sabía que decir, le bese la frente, en el velador un viejo libro, cien años de soledad, siempre tenía uno de distintas ediciones, recuerdo le regale uno empastado de aniversario se lo envié desde Noruega.

Casi no hablamos , nos tomamos de las manos se durmió, solo estuve un rato. Comenzaba  a anochecer, me despedí con un nudo en la garganta haciendo esfuerzos por no llorar. Me pidió que me acercara para decirme algo, saco una moneda  de su pijama,  me dijo –cómprate una tinka, vete sin mirar para atrás -.me sonrió , con los ojos cerrados.
         




miércoles, 7 de noviembre de 2018

EL CENTRO DE LIMA




                                                     LIMEÑO MAZAMORRERO



Morado. Ácido morado sobre cielo ceniza.
 Sucia la niebla podrida en pescado
 Morado dulce en alfombra
 Morado turbio y ondulante en cuerpos morenos
Morado tibio en mañana fría: mojada”

En Octubre no hay milagros
Oswaldo Reynoso.






El viejo extraño de pelo largo quiere ver  Lima , el bus  llego al viejo distrito de la Victoria, a pesar de estar cerca de media noche, la ciudad bullía , vendedores ambulantes, de todo, choclos calientes, dulces ,café, fruta ,el transito ya menguaba, y muchos taxis esperando a los pasajeros del bus, había que tener cuidado al escoger el taxi  además del precio a acordar ver o intuir la seguridad,  que no vaya a ser un delincuente , que a  los minutos los asalte.

Mientras tomaba un emoliente  veía a los taxistas, hasta que llego un destartalado auto con un chófer que le inspiro confianza. Tomo su mochila y le dijo – al hotel Europa detrás de Palacio más o menos -  le dijo-. Quedaron en 10 soles, Paso  por el paseo de los héroes navales frente al gran mall  la gran avenida semi oscura y el inmenso Palacio de Justicia, las calles se angostaron, eran las mismas de siglos ,muchas con zaguanes desvencijados mi l veces pintados, calles oscuras, con sombras siempre sospechosas, cruzaron la  plaza San Martín pasando por lo que fue le cine Metro, recordó las tantas veces que en su juventud, paso por allí ,los mítines políticos los enfrentamientos de estudiantes, manifestantes con la policía, del mimo que congregaba decenas de gentes , llevo el arte a la calle, Acuña,  después llegarían los chabacanos cómicos ambulantes , mañana volvería por allí.

Llegaron al hotel, pequeño, cerca de la gran iglesia era antiguo pequeño, barato un hotel de turistas mochileros, a dos cuadras de la hermosa Plaza de Armas.


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Se hospedo, lo conocían cada cierto tiempo llegaba allí los hombres habían envejecido, se preguntó qué tan viejo podía estar el mismo. Llegaron al cuarto a través de una escalera de mármol mil veces transitada, gastada, con mil historias encima. Oscuro el dormitorio paredes altas, piso de madera muy antigua, astillados con una alfombra delgada, l ventana alta y con dos puertas le daban un encanto particular.se recostó sobre la cama y la sintió fría, húmeda así era Lima.

Se quedó profundamente dormido , algo lo despertó a las tres, lo supo sin ver el reloj, desde que hacia guardias en el hospital se despertaba a esa hora, sin necesidad de despertador ,sentía que alguien lo despertaba suavemente, era la hora de los duendes de las animas le decían ,  no había tenido miedo antes, se desnudó para meterse entre las cobijas y un escalofrió le recorrió la nuca ,sintió la presencia de  una mujer que lo miraba .volteo ,no había nadie sonrió –puta madre déjenme tranquilo carajo- era un viejo conjuro.

Apago la luz y rezo la oración que su mama le enseño de niño. Durmió tranquilo, no recordó si soñó.

Despertó con hambre, al costado estaba la antigua taberna Cordano, desayuno un café caliente fragante, la mesa de mármol los pisos gastados y la puerta batiente lo transportaban al pasado, los mostradores de maderas centenarias y estantes con puertas de vidrio no dejaban de asombrarlo devoro un pan con jamón del país, seguían tan grandes y buenos como cuando su padre lo llevaba de niño.

Camino sin rumbo por las calles fue a la iglesia San Francisco, inmensa con campanarios allí se venera a San Judas Tadeo, en Noviembre son sus fiestas, hizo unas peticiones al santo de los imposibles. Salió y en atrio las palomas revoloteaban.

 Paso por la calle de los artesanos en cuero donde las botas trabajadas a mano eran bellas. Llego a la plaza de Armas poca gente, turistas tomando fotos a la casa de gobierno, la catedral  de imponente  arquitectura y balcones misteriosos. Se sentó en las gradas a ver pasar la gente sin apuros, agradecía ser dueño de su tiempo. Algunas tiendas habían cambiado pero en general el complejo arquitectónico, la municipalidad, el club de la unión, tenían coherencia con la plaza y la pileta central.

Camino por el pasaje Olaya  que había perdido elegancia,  enrumbo  por el jirón de la Unión,  popularizado, venido a menos, lejos estaban los tiempos del jironeo por las mejores tiendas de la capital , locales de comidas grasientas almacenes de ropa china. Multicines, locales de tatuajes, ambulantes de chucherías, no se detuvo mas tiempo del necesario era un lugar de mal gusto. La antigua y elegante Galerías Boza, no era más que un pasaje de medio pelo.

Llego a la plaza San Martín ,era cerca de medio día, se acercó al   antiguo Hotel  Bolívar                grande centenario , era una plaza grande bonita, bien cuidada,  decenas de personas la atravesaban presurosas, así es en todas las grandes ciudades. En los bancos de mármol viejos conversaban de jubilaciones o política a, comenzaba a salir un tímido sol en el nublado cielo.


Se fue a los portales, ¿sobrevivía una vieja librería?.  a lado una pastelería que sigue preparando uno de los mejores turrones de doña Pepa, compra un buen pedazo no podía dejar pasar ese antojo. A veces compraba también un pan dulce  más conocidos como chancay, que le recordaba los lonches  en Chosica.

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pastelería San Martín Portal Zela,


PORTAL ZELA


Subió como para el Parque Universitario, por Colmena,   antes de llegar a la esquina vio el local del antiguo bar Palermo , cuando termino secundaria en Chosica, venía a Lima a una academia a prepararse para entrar a la universidad y se quedaba horas  escuchando a los poetas escritores y políticos , ahora es un negocio , pero por el año 1974 terminaba un ciclo  de  un punto de encuentro cultural , estaba frente al paradero de los colectivos a Chosica , casonas antiguas, bares con aserrín, cerca a la Casona de San Marcos, poetas escritores de la ciudad , eran los contertulios de ese y otros bares del centro  de una Lima antigua, gris  que ya no existía ,regreso a la plaza San Martin la cruzo rumbo a Quilca, el cine Colon cerrado, al lado del decimonónico club Nacional. 

el Queirolo. 


Los sitios de libros y revistas usadas y pirateadas , música, en la esquina con el jirón Camana el bar Queirolo, sobreviviente, antiguo querendón , buena comida  y lindo sitio para conversar, y ver  pasar la tarde sin prisa,  bajo por Belén también libros y antigüedades  le encantaba la zona calles antiguas, con zaguanes  virreinales,  termino en el la plaza Francia frente a la iglesia de la Recoleta , se sentó a tomar un poco de agua, el centro de Lima era un lugar para volver siempre, los viejos ajedrecistas de la plaza esperando a los chicos que aprendían dejando su sol por partida perdida.

Vio la iglesia  y los portales donde funciono la universidad Católica, el viejo local de la escuela nacional de Ballet, en un segundo piso parecía abandonado, en una esquina un inmenso local albergaba varios puestos de libros de segunda y piratas , le asombro la cantidad de libros en rumas que había, quería decir que existía una gran demanda lo que   le alegro , saber que la gente leía, no era como decían que no lo hacía, el problema era el precio y la poca capacidad adquisitiva de la gente.
Compro un viejo libro  el Iching con la traducción de Lauer, que durante mucho tiempo le sirvió para ganarse unas moneda adivinando el futuro con tres viejas monedas lo metió en la mochila pensó practicar el viejo arte de los hexagramas.


plaza Francia 




iglesia La recoleta
plaza Francia.
Regreso por la avenida Wilson, siempre transitada, edificios plomos antiguos  hasta la colmena, fue hacia la izquierda de nuevo por Quilca,  se detuvo al abandonado cine Tauro, se había convertido un fumadero de droga y los adictos tirados, cubiertos por raídas frazadas tirados en el suelo,  era imprudente seguir por esos lares, siguio hacia el norte como quien va a Rímac negocios pobres.

Camino hacia el jirón de la Unión y en una esquina encontró el viejísimo restorant   Carbonell entro a beber un café, estaba cerca al teatro  municipal, ya estaba arreglado después pues del incendio de hace años.

El centro de la ciudad poco a poco iba perdiendo su encanto, esa vieja personalidad pocos lugares seguían bien conservados. Se acercaba el bicentenario de la independencia nacional y un incendio en una esquina frente a la plaza había destruido el centenario edificio Giacoletti, todo el centro  me recordaba a esos viejos caballeros, muy ancianos que salían a cobrar sus exiguas pensiones con sus mejores prendas mil veces usadas, pasados de modas, remendadas con manchas antiguas, pero tratando de mantener vanamente, el antiguo esplendor, de los buenos tiempos.

Igual seguiría regresando, el deterioro, la pelea contra el tiempo, los recuerdos, lo atraían como un imán, el centro mantenía el encanto de las damas antiguas que resisten a pie firme y con esa coquetería fina el  paso del tiempo. 


Noviembre una Lima que se va













mis guardias nocturnas.

 GUARDIAS NOCTURNAS Ha pasado muchos meses que no voy a trabajar al hospital, primero fue por descansos médicos por un problema oncológico, ...