MAL DE AMORES.
El amor le sobrevino como un
aguacero selvático, lo mojo todo, un amor como las cosechas tardías como la de
las los vinos asoleados, amores concentrados, dulces intensos por los años
esperados.
Lo tomo desprevenido, mientras
bailaba despreocupado, cuando una sonrisa, lo ilumino todo, inundo la tarde de
ese Domingo de Mayo. Después de los sesenta, los amores son rápidos
improvisados, si es que llegan a ser amor, pero este, que lo cogió de las solapas
, entendió que era el último, el más grande. Espero no sufrir se dijo para sí
mismo, mientras la fiesta continuaba y le vino a la mente Florentino Ariza.
La vida de Francisco había sido
dura, azarosa, intensa. Era un sobreviviente nato, desde que nació apurado en la
chacra de los Molinos, cuando su madre Doña Rosa que en paz descanse y que de
Dios goze, regresaba de cosechar pallares de la chacra de su padre.
La partera que la asistió lo lavo
con pichita del niño, ese jugo de uva nueva, le buscaron un padrino de Agua del Socorro en tanto lo bautizaran, como justo pasaba por allí Don Juvenal
Anicama lo cogieron de padrino
poniéndole de forma provisional , el nombre
del santo del día, premonitoriamente Valentín. Le hicieron la señal de la cruz con el agua de
la Achirana, allí Anicama hombre de campo vio que el ñaño además de gritón
traía en la nuca el sello de los miércoles de ceniza por lo que le auguro larga y buena
vida.
Sobrevivió a la pobreza, gracias
a la sabiduría materna, que lo alimento con buenos sentimiento, pallares, y las
estrategias antiguas de los malos
tiempos. Niño inquieto, curioso, le paso
de todo, y de todo salió bien parado.
Me contó que en cierta ocasión,
como a los nueve años jugando a las escondidas una ruma de ladrillos mal
colocados se le vino encima, sepultándolo, además de la cabeza rota y empolvado
de naranja algunos hematomas logro sobrevivir. En otra intento subir a un ómnibus en marcha cayendo
de tan mala forma que las llantas estuvieron a punto de arrollarlo , sino fuera
por un señor que logro jalarlo justo a tiempo, según él fue un ángel , pues
estaba vestido de blanco y nunca más volvió a verlo .
Por querer ayudar de niño en la cocina con los pallares se le volteo la
olla, sufriendo quemaduras por la que estuvo hospitalizado quedando con
cicatrices ; con todo lo vivido, salía cada vez más fuerte y atrevido .
Nos conocimos en la universidad,
gran animador de la vida política, vivió con intensidad sus posiciones que
defendió con ardor, vehemencia dedicado en cuerpo y alma a su quehacer, más de
una tanda recibió al enfrentarse a sus rivales políticos, lo corrieron a
balazos, una noche en un mitin en una campaña electoral un petardo de dinamita
estuvo cerca de volarlo, quedo un poco sordo,
por eso hablaba más fuerte, lo que lo
hizo un gran orador a garganta pelada. Los rivales políticos lo odiaban con
encono y los sentimientos eran
correspondidos. Años después, le serviría para trabajar como conferencista y catedrático.sus adversarios lo odiaban y el sentimiento era reciproco,
Una vez en el comedor
universitario, lo sé porque estuve con él en la cola de espera del almerzo, le pusieron vidrio molido en el guiso, pero
como los gatos solo le cortó la lengua, nos llevamos la comida y encontramos
los restos de vidrio. Igual no estaba para morir joven ,como lo auguro su padrino de agua de
socorro.
En sus vacaciones se iba al
puerto cercano a trabajar de pescador por lo que regresaba con el pelo largo y
amarillento como surfista, musculado por el arduo trabajo, una noche a su
retorno nos contaba que una noche en la bolichera se enredó con la red y cayó al mar, lo sacaron de los
pelos medio ahogado. Eso me fue convenciendo de su estrella y que estaba
destinado a morir de muy viejo. Otro trabajo que tuvo mientras estudiábamos fue
la de guardián nocturno en una construcción de viviendas populares, lo que
aprovecho para leer mucho.
Vivió con intensidad amores que se
sucedían, aprendía largos poemas que recitaba, enamorado para siempre, hasta
que terminaban como deben acabar los amores inmortales.
Se casó dos veces, a los cincuenta divorciado, vivía solo
rodeado de sus libros y discos, de vida exagerada, no podía retener amistades, cultivo con cariño las enemistades que logro
hacer germinar y hacer crecer con dedicación. De buen comer y beber, Juan vivía
contento solo, sus hijos lo querían,
pero como el manjar blanco, no era para
la vida diaria sino solo para de
vez en cuando.
Su vida estaba como los ríos
prontos a llegar al mar, lentos seguros
con remansos, algunas rencillas le animaban los días placenteros de la vida
universitaria.
A pesar de su formación marxista,
eran permanentes sus peregrinajes a la virgen de Llauca, como le enseño mamá Rosa
desde niño, también cada vez que salía o regresaba del pueblo iba al Señor de
Luren a pedirle su protección. Así contradictorio la gente lo quería o lo
odiaba.
Paso los sesenta sin pensar que el amor lo atrapara de nuevo, así
fue que lo agarro descuidado, sin defensas, no opuso resistencia
dejándose llevar por las olas de ese océano amable. Los
que los conocíamos percibimos los cambios que se produjeron, dejo de poner
lisuras en sus comentarios por las redes, se puso puntilloso con su ortografía,
que antes le importaba poco, abandono los enconos, las riñas inútiles y
entretenidas cambiándolas por palabras
amables .
Mantuvo y mantiene escondido el nombre del amor desmedido que lo que lo cambio, nos encontramos para almorzar en el centro
de Lima y mientras apurábamos un generoso vino tinto, casi confiesa el nombre que quería gritarlo
como una arenga de guerra, pero supo contenerse y guardar religioso silencio ,salimos
y lo acompañe a una florería donde compro un ramo inmenso desmesurado, exagerado
como su vida, nos despedimos , se fue
por esas calles limeñas con el andar de los que a la vida llegaron con la marca
del miércoles de ceniza.
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