UNA NOCHE EN LA PANDEMIA.
26 mayo, hace un año a
esta hora 7 y 20 de la noche salía a mi
guardia nocturna de
Domingo, al día
siguiente me operarían de emergencia.
La otra noche en pleno toque de queda me vino un acceso de
asma y el miedo me paralizo, es el covid carajo, pensé, ya estoy viejo esta no el
cuento vivo solo en mi departamento no hay a quien llamar ni siquiera está el
vigilante de noche.
Eran cerca a las nueve y la clínica está cerca ,llame un
taxi y me llevo en un santiamén, entre por emergencia, me faltaba el aire
,del susto me olvide de mi inhalador
salva vidas, me vio un médico en un buzo
blanco que lo cubría totalmente además de las mascarillas la escafandra los guantes,
y una distancia no muy médica , más bien una lejanía que hacía que no lo
entendiera bien por sus muchos aparatejos defensivos, hacía que su voz no fuera
clara con una pistola me tomo la
temperatura 37,3 dijo fríamente. el
estetoscopio me pareció un poco largo, escucho mi pecho mi espalda, me hizo
abrir la boca con la baja lengua que cogió de la punta y después que dije ahhh
y me dio nauseas, lo boto lejos en un balde con u líquido que olía a lejía
– ataque asmático,
placa de pulmones igual háganle un hisopado para descartar la covid uno nueve- dijo
autoritario. Enfermera llame a laboratorio para la prueba, y nebulícelo con
fenoterol, una hora y se fue. Me llevaron a la sala de rayos x me saque la
camisa el chaleco la casaca me pusieron calato pegado a una muy fría place de
metal y lo de siempre tome aire, no respire listo vístase puede salir. Tengo
seguro así que no me preocupe, me pusieron la mascarilla y sentado en un
cubículo aislado no me dejaron preguntar nada, pero los años de experiencia en
tantos ataques de asma, me hicieron pensar que solo era eso, mientras pensaba y
el oxígeno entraba como un bálsamo, recién me acorde de mi salbutamol salvador,
tengo uno en el carro, otro en el baño, en el trabajo, en mi velador. Pucha no
estaría acá si me acordaba del aerosol, pero ya estaba allí.
Vino la señorita de laboratorio, también disfrazada pero
igual se le notaba que tenía un cuerpazo, creo que le quedaba un poco chico el
mameluco, un palito con algodón que me lo metió por la nariz hasta la garganta
creo, un poco tosca la nena, luego tomo mi dedo índice con sus manos
enguantadas me hizo un piquete tomo la gota de sangre y se fue con un andar demasiado
sensual para laboratorista, la enfermera la miro con cierto desprecio, que
historias tendría esa clínica pensé.
Antes de la hora ya estaba aliviado, me volvió la tranquilidad
y dormite la enfermera me despertó,
listo señor, el doctor lo examinara, espere como media hora que regresara, era cerca
de media noche, me examino más tranquilo vio las imágenes de rayos x por la
computadora, pulmones limpios, no hay problema, reviso los resultados de
laboratorio –no es covid uno nueve, no sé por qué no dice diecinueve nomas, bacan
el doctorcito. Solo fue un ataque de asma, tuvo suerte debe cuidarse de las
corrientes de aire y ropa guardada, adivino que había sacado el saco viejo que
me gusta tanto, escribió algo y me dio la receta lo de siempre salbutamol y prednisona.
Pase por farmacia y
administración me dijo suerte hasta luego por ahora está sin virus dijo y se
fue. Saque los medicamentos de farmacia y pase por administración había dejado
mi tarjeta del seguro al ingresar. siempre cobran la franquicia o como se llame
unos 90 soles, pero la cuenta que me dio iba por los mil soles, antes que
preguntara, la señorita cara de palo además con mascarilla y escafandra y una
cinta separadora de su mostrador me dijo las pruebas de despistaje de covid no
están cubiertas por el seguro.
–yo no las pedí- levanté
la voz
-tampoco dijo que no se la hicieran- me dijo con una sonrisa
encubierta y cachacienta.
Me jodieron pensé, pase la tarjeta de crédito se cobró
mientras pensaba como descobrarme la viveza de la clínica, voy a denunciarlos a
la radio le advertí mientras me entregaba la factura y la tarjeta. – gracias
por su preferencia- me dijo, creo que riéndose por dentro. Salía y en pasadizo estaba
el baño, me dio ganas de orinar y entre, comenzó a orinar fuera por todos
lados, bueno allí por lo menos me el cobro pensé mientras feliz orinaba las paredes,
me saqué todo el papel higiénico, y salí más aliviado con mi aerosol y mi
factura.
No había un taxi y recordé que me había quedado sin plata al
pagar el taxi en que vine, bueno no estoy muy lejos de casa, me voy caminando. Cruce
y al entrar a la residencial con sus amplios jardines y espacios interiores vacíos
con jardines poco iluminados, de pronto un miembro del serenazgo me alcanzo, un
hombre de mediana edad que se cubría el rostro con una mascarilla y una bufanda.
-buenas noches señor- me saludo está infringiendo el toque de queda me dijo
mientras seguíamos en el camino.
Bueno si, vengo de la clínica, le mostré la bolsa de la farmacia
una emergencia, vivo cerca soy del barrio le dije. – ningún problema, este sitio
felizmente es tranquilo siempre hay que tenerle más miedo a los vivos que a los
muertos dijo llegando al paseo principal
yo tome la vía de la derecha y el detuvo la bicicleta se despidió , -hasta
cualquier momento- buen turno le respondí
y camine unos pocos pasos, tenemos buena seguridad jodido trabajar de noche por las calles y solo me di vuelta para hacerle un saludo con el
brazo, no había nadie, las dos veredas eran largas y visibles tan rápido no
podía haber ido.
Sentí un escalofrió que me hizo temblar mientras una ráfaga
de aire frio movía los árboles y un perro aullaba en un edificio cercano, vi la
hora eran las tres de la mañana, ¡no podía ser!, había salido de la clínica poco después de la media noche, cerca de tres
horas perdidas en mi memoria, camine de prisa a mi edificio ,estaba sudando
,ese breve dialogo no podía haber durado tanto, recordé la varias veces de las almas en pena que me
contaban de niño, y que algún vecino antiguo de la residencial, de las cosas
raras que pasan en los jardines y en los pasadizos de los edificios , luces que
se prenden solas ,pasos de gente que baja corriendo, -hay muertes violentas y
muchas historias feas acá adentro me conto un atardecer sentados en una de las
bancas, el tiempo de los muertos no es el mismo que el de los vivos recuerdo
dijo. Pensándolo bien nunca más volví a
ver al caballero muy anciano por demás.
Llegue a mi edificio y estaba el sereno que pasa la noche
allí. Le conté lo que me había pasado, me dijo - parece que la almita está
saliendo más por la pandemia, todavía no me he cruzado con ella, pero varios
serenos la han visto. Ya en mi departamento prendí todas las luces con un vas o
de whisky me puse a ver por la ventana como el aire movía los árboles.