Lord Button galgo de pedigrí de larga data, vivía feliz en
la regia mansión de San Isidro distrito no inclusivo, con sus amos el Conde de
Villaseca y Carrillo Albornos y su esposa doña Catalina últimos de su estirpe, vivían su vejez con la
elegante y no perdida altivez de fortunas venida a menos, gracias a los pésimos
negocios de su vástago administrador de escaso entendimiento y peor fortuna de
arriendos y una mina que dio sus últimos metales hacía ya buen tiempo.
La ropa elegante y pasada de moda no pudo renovarse en
Londres como era costumbre, así que mantenidas con cuidado las ultimas prendas
seguían prestando servicios. El mayordomo se había quedado sin sueldo, pero
como no tenia a donde ir prefirió quedarse y hacer taxi con el ultimo automóvil
un viejo studebaker cuyo gasto en gasolina solo dejaba para el desayuno y el
lonche, a pesar de eso llegaba con el pan calientito para los dueños, que nunca
preguntaban de donde aparecía sin ellos aportaran y un hueso o algo más para
Lord Button al principio se negó a probar tan plebeya comida, pero al pasar los
días y no haber nada más, comenzó a tomarle el gusto a camotes tripitas de ave,
y cuanto el buen mayordomo le conseguía.
La ama de llaves, se fue trasformando en cocinera, lavandera,
conforme las titulares se fueron de casa impagas y llevándose candelabros
platos de loza francesa y otras cosillas más.
Tampoco se fue por que el dormitorio amplio el uso del jardín,
la cocina le permitía llevar una ahijada que la ayudaba y se quedaba a dormir
durante la semana para poder estudiar toda vez que vivía lejos por la carretera
central.
Los ex aristócratas
apenas recibían una exigua mensualidad del hijo y de algunos alquileres
reducidos por el tiempo. Lo que les permitía almorzar con decoro y cenar
austeramente y engreír al elegante galgo que los acompaña en las caminatas
matutinas y las de las nocturnas veraniegas. El animal de andar elegante y
distinguido iba de la correa del conde, por su contextura delgada de por si
apenas podía descubrirse que su dieta había mermado , además del antiguo pelaje
brillante sedoso por la exclusiva comida y los frecuentes baños con finos champús había
cedido a un opaco pelaje y un más que notorio dibujo de sus costillas,
sin embargo mantenía su apostura en los
paseos con el amo cuyos ternos mostraban el pasar del tiempo y el desgaste
propio del frecuente uso , siempre sin perder la galanura.
La sobrina de la ama de llave se encariño con el flacuchento
perro y le traía restos del comedor universitario y algunas vísceras del puesto
de una tía en el mercado de Huaycan donde vivía.
Cuando la crisis comenzó a apretar y la señora cayó enferma
a sugerencia del ama de llaves alquilaron algunos de los cuartos vacíos, lo que
ayudo con las medicinas y el yantar de la casa.
El conde dejo de pasear a Lord Button por los años y el
cansancio dejándole el encargo a la ama de llaves quien a su vez se lo encargo
a la ahijada, la que le tomo cariño al viejo y flaco perro. Le cambio el nombre
por quijote estudiaba la literatura en la universidad. Los dueños se fueron
olvidando de la compañía canina que ya era más una carga.
Un buen día la ahijada paso con un carro de un amigo y se llevó
a Lord a Button de su aristocrática venida a menos residencia san isidrina al
sector D de Huaycan. El cambio le choco al galgo, los perros de la vecindad,
todos de incierto y múltiple linaje, chusquitos pues, no lo reconocieron como
parte del barrio, él no estaba acostumbrado a fraternizar con otros de su
especie y conocía poco de los códigos, el había vivido en una amplia mansión
con inmenso jardín donde correteaba solo, y tenía un lugar donde comer dormir y
hacer sus necesidades.
Además, la calles tenia jardines, arboles no como aquello
sin asfaltado llena de polvo que afectaba su respingada nariz, había recibido más
de un mordisco y dormía en la azotea, eso sí comida había y eso era lo
importante.
No lo sacaban a sus paseos donosos y distinguidos por las
frescas calles sanisisdrinas, sino lo soltaban a la calle temprano, tuvo que
aprender a lidiar con los otros perros, con los niños para los que era una
novedad un perro flaco alto y medio sobrado. Donde tuvo éxito y le causo más de
una riña donde afloraron su velocidad y agilidad fue con las perritas del
barrio, que se dieron cuenta que podrían tener crías más altas esbeltas que con
los otros chuchos del barrio, el buen quijote antes Lord Button, se asimilo al barrio,
sin perder su caminar elegante con la nariz en alto, aprendió a comer de todo a
cuidar la casa, agarrarse a mordiscos por las perritas del barrio.
No olvido al conde ni sus paseos ni las comodidades del
pasado, pero se hizo al barrio, que lo adopto. Vivió en libertad, aprendió a
tener calle, a sobrevivir en otro ambiente y sus nuevos dueños aprendieron a
cuidarlo, pues más de una vez intentaron raptarlo. Quijote murió de viejo, dejando
basta descendencia que todavía puede apreciarse en muchos perros altos y flacos
de la zona.
nota Este cuento lo tenía guardado hace varios años, revisando y
ordenando encontré varios escritos en máquina de escribir. Lo actualice un poco
y aquí esta rescatado del olvido.
Cambiar para sobrevivir!!,lo único constante es el cambio.
ResponderEliminarBAO