SIN CURAS NO HAY PARAÍSO
los BORGIA. |
Paz Soldán Francisco, sorprendió
a su viejo cuando le dijo -quiero ser
sacerdote. Al menos tiene nombre de obispo pensó, ¿y dónde vas a estudiar para ser cura?
El seminario de los padres agustinos, contesto seguro Pancho – si al
menos jesuita o franciscano pensó el viejo, sabía que sería imposible hacerlo cambiar idea, ya lo había
chequeado eso de ir al coro los
domingos, y ayudante en las confirmaciones, igual probo ¿Y si estudias teología
primero? Fue inútil.
Al viejo le jodia que su único hijo hombre quisiera ser cura, su apellido sus genes se irían al carajo, así
soy yo patriarcal, ya ni pa tener otro, en fin al
menos no será un gasto ingresa y hasta que se ordene iba pensando rumbo a
Queirolo un buen pisco y los amigos para consolarse.
José Eceolaza, natural de Chachapoyas,
sacerdote diocesano,
a cargo de las capilla del hospital regional en Arequipa, apellido paterno de origen vasco, su padre
llego al Perú a raíz de la segunda guerra mundial llego a su destino donde se casó
pronto y a su cuarto hijo lo metió a un seminario, costumbre de familia tener
un hijo militar otro cura y un tercero abogado o profesor. José mediana
estatura, contextura gruesa, buena pinta
alegre, nadie lo imagino como cura, pero obediente, estudio para cura tenía casa, comida,
deporte estudio, le gustaba la vida
disciplinada segura.
Llego como capellán al hospital
de Arequipa, tenía además que recorrer las capillas de los centros médicos de la provincia. Al poco tiempo era
el capellán, recibía un sueldo del hospital, más las limosnas misas y bautizos
particulares. Le iba bien, su problema era el voto de castidad. Con el que tenía
que lidiar para no incumplirlo. Pasaban los años y las tentaciones estaban como
gallinazos dando vueltas , haciendo esfuerzos con la oración la chamba, el
estudio, cuando la carne era débil
exageraba el deporte , el ayuno , ponía de su parte, humano al fin caía
, una escapada furtiva a una casa de mal vivir aliviaba las calentura, en total
discreción , mantenía su imagen de pastor.
Pasaron los años y su firmeza se relajó,
más de una vez salió con alguna chica del hospital, o de las visitas a las
capillas de las provincias, nada fijo, su carácter alegre y la guitarra
ayudaban a los propósitos non sanctos. La crisis vino con los cuarenta años, se
enamoró , pensó en abandonar el
sacerdocio, pero en que iba a trabajar, perdía 10 años de servicio, un buen
sueldo , ni pensarlo no podía dejar la capellanía, el problema era que el amor
de su vida trabajaba en el hospital ya lo habían sido visto más de una vez saliendo
con ella. Extremo las precauciones encontrarse lejos, antejos oscuros cambio de
ropas, pero nunca falta alguien que te reconozca.
Cuando Sara quedo embarazada,
tomaron la decisión de vivir juntos, pero uno tenía que dejar el trabajo,
acordaron que fuera ella cuidara la casa y la guagua. Tuvo que trabajar más
ir a los pueblitos, hacer misas de difuntos, aniversario de pueblos, y lo que
se presentara, en el hospital casi nadie sabía de su otra vida, solo una amiga
de Sara que seguía trabajando y nadie más,
pusieron una tienda en la sala, que ayudaba a la economía, su vida era casi
invisible, perfil bajo, no cultivaba amistades en el barrio, ni se vinculaba
con los vecinos, salía temprano, llegaba tarde no vestía indumentaria alguna
que lo identificara como sacerdote. Para todos vivía con su hermana.
Cuando Francisco llego al
hospital para apoyar al padre José, estaba cercano a profesar sus votos
sacerdotales, hasta ese momento en el aislamiento del seminario , había pasado
las duras pruebas , de la disciplina, obediencia, humildad, donde todos tenían
problemas eran con la comida y el pujante empuje hormonal de los hombres jóvenes,
él no era ajeno , pero el apoyo de la
comunidad era importante y pocas veces había tenido tentaciones mayores, bien
parecido el único problema que tuvo fue un cura italiano que paso una temporada
con ellos ,que se enamoró de Francisco , y lo asediaba pero no estaba en sus
gustos los amores griegos.
Los problemas los comenzó a tener
en el hospital , allí no había comunidad que lo apoyara en sortear los pecados
diarios, los nutricios los incumplió con frecuencia, el caldo de gallina, arroz
con pollo con papa a la huancaína y en especial las empanadas de Don Vittorio lo traían loco, además de subido de peso. El asunto
pasaba con las mujeres, empleadas, pacientes o familiares con los que compartía
espacios y tiempos, más de una jovencita le había coqueteado la del coro, era
una de la que más se reía de sus turbaciones, el verano del 18 fue más caluroso
y se prologo más que los anteriores, la mujeres ligeras de ropa, lo molestaba
porque era algo permanente, que le exacerbaba la libido, no contaba con que las
tentaciones del maligno fueran tan fuertes y tan lindas. Pero allí firme en sus
convicciones las sorteaba, con las prácticas y retiros aprendidos en su formación,
y las empanadas con su juguito de medio limón de vez en cuando una auto ayuda,
lo aliviaba dejándolo triste por
sucumbir a la lujuria, pasaba después días de ayuno, oración y castigo físico.
Cuando los dos hombres de Dios se conocieron se dedicaron a las tareas de la
capellanía, misas santos oleos, visitas a los enfermos, para el padre José fue
un alivio que le permitió dedicarse a otros menesteres más lucrativos , ya tenía
dos hijos que mantener, y Francisco disfrutaba de su labor sacerdotal, no
tenían mucha confianza, se hablaban poco pero coordinaban bien , la señora
Consuelo que se encargaba de la secretaria de la capilla, aliviaba las
tareas, y mantenía el calendario de
actividades. A Francisco jamás se le imagino que el padre José tuviera familia,
eso lo conocería años después, era su ejemplo, trabajador, austero, parco, pero
con la gente se llevaba bien, con los trabajadores y con los pacientes, lo
aconsejaba y proponía lecturas,
Pasaron algunos años y llego la
hora del retiro del capellán que durante veinticinco años estuvo a cargo se
jubilaba en el hospital y pasaba a una parroquia, Francisco lo reemplazo, muy
pocos veces regreso de visita y lo perdió de vista, había aprendido a sortear
las tentaciones del sexo opuesto, pero las empanadas eran su debilidad, con la carapulcra y sopa seca no podía, nunca faltaban polladas o viandas que le dejaban
los feligreses.
Pero las cosas del maligno son así,
se presentan cuando estas más descuidado, distraído y llego en forma de inauguración
de un pabellón nuevo en el hospital, mucha gente del ministerio periodistas,
brindis después de la ceremonia, y el padrecito allí tranquilo hasta que se le
cruzaron los ojos reilones de una reportera, gran cuerpo y mejor escote, con la
experiencia de los años burlo el cerco desapareciendo de escena y empujándose
dos empanadas. lo que no previo es que a los pocos días la bella reportera lo visitara, para hacerle una entrevista, lo sorprendió ,pero Edith , había quedado
prendada sin saber cómo de un curita, no estaba en su recorrido libro , enamorarse
menos de un cura .
Tuvo la autorización del hospital
y la congregación y durante unos días filmaron las actividades, lo entrevistaron,
la mujer lo perturbaba, ella lo invito a salir a almorzar cuando el reportaje salió
en la televisión, acepto y allí comenzó todo. Ella no se fue por las ramas y le
dijo que le gustaba mucho, textualmente lo recuerda –me gustas como mierda- y
lo beso, el padrecito no pudo resistirse y probo la humedad del sexo opuesto. Se
hicieron pareja, ella no interrumpía ni molestaba en las tareas de la
capellanía, él no las descuidaba pero a la primera que podía la buscaba
desesperadamente.
Todo iba bien se sentía bien,
bajo de peso y eso lo notaron en el hospital, se bañaba m, y se afeitaba seguido, la Sra. Consuelo, se
dio cuenta ya conocía esos cambios,
además la vio cuando ella muy
arregladita fue a buscarlo para la entrevista, antes se quedaba leyendo o visitando
pacientes hospitalizados hasta tarde, ahora salía apurado después de recibir
mensajes en el teléfono. Creyó necesario advertirle y lo hizo con las
discreción y mesura, Francisco agradeció y pensó debo tomar más precauciones.
El ampay fue terrible y por eso
lo cambiaron, al norte, como fue que tuvo tan grande descuido, pensó que el
anonimato de la gran ciudad, Lima, lo camuflaría, viajo por vacaciones a ver a su familia, y
coincidió con Edith, y fueron felices una semana, hasta ese jueves que le dijo
– tengo entradas para el festival de la salsa en el nacional ¿vamos?
Pregunto y el, como en el principio de
los principios cedió. Total nadie lo conocía en Lima, el estadio lleno de gente
la multitud bienhechora lo ocultaría, hasta allí todo bien, el domingo regresaba por la noche.
Tomaron un par de piscos sour y
unas cervezas antes de entrar al estadio la poca costumbre de tomar alcohol, le
choco a Francisco ,le dio el aire , entro en línea borrachera, la luces la música
estruendosa alegremente contagiosa, lo
movieron se puso bailarín, todo bien
salvo que la compañía estaba exuberante y llamativa la licra blanca la tanga azul fosforescente y el top
que con las justas sostenía el contenido, junto a un flaco alto desacompasado chispeado lata de Pilsen en la mano llamo la atención del camarógrafo de canal 9 que poncho a la pareja unos segundos , lo suficiente, aparecieron en
el programa dominical, para la mayoría paso desapercibido pero para la gente
del canal de Edith, que desconocían su romance , para la Sra. Consuelo y para
el prior de la orden que lo conocía a Francisco desde joven ,fue el
acontecimiento.
El lunes temprano lo llamaron de
la diócesis, el Obispo quería hablarle. Ni lo sospechaba, se reintegraba de sus
vacaciones y llego tranquilo desarmado en su ignorancia de haber sido visto en
la televisión a nivel nacional. Monseñor lo hizo ver el video y quedo
paralizado, no puede ser carajo, musito, no había explicaciones ni nada que decir,
acepto el castigo un mes de retiro en Juliana y luego al norte a Zorritos.
Fue al hospital a despedirse y la
Sra. Consuelo le informo que el padre José
estaba hospitalizado en emergencia un problema cardíaco asociado a la diabetes, fue a verlo
y lo encontró en piso cuatro , lo acompañaba, mientras le tomaba la mano, era Sara,
quedaron solos un momento y pidió ser confesado, Francisco lo escucho
serenamente como corresponde a un sacerdote,
confieso padre que vivo con una mujer y tengo tres hijos, mi voto de
castidad se derrumbó hace mucho tiempo.
Recordó la anécdota en el
seminario , de un sacerdote que murió anciano y lo velaban en la iglesia de
Carmen de la Legua, con los oficios correspondientes a un hombre santo, ,en su ataúd
con la sotana de la congregación, la capucha puesta para la larga marcha, en un
receso de la ceremonia litúrgica, llegaron
dos jóvenes hermanos crespitos de tez morena reclamando ver a su progenitor,
-
por la puta madre había sido cura- dijo el mayor,
los miembros de la orden
sorprendidos no atinaban a a hacer algo ,sacarlos ,llevarse el cadáver ,
tratando de calmar los ánimos , de pronto se apareció una mujer con una una niña en brazos, ¡Papito¡ sollozo
, se acercó al féretro, y no la sorprendió verlo de hábito , lo sabía desde mucho
tiempo , -despídete de tu abuelo – dijo a la pequeña con mocos en la nariz, lo
que si descubrió es que tenía hermanos, de su viejo ya nada lo sorprendía, había
estado cerca de un grupo subversivo fumaba hierba en barrios poco recomendables
se saludaron sorprendidos, los hijos querían llevarse el cadáver, y los hermanos
de la congregación querían que se quede, aunque el prior sugirió se lo lleven rápido
antes que se arme el gran escándalo.
Pero llego un gringo mayor, el primer hijo
producto de un amor juvenil con una mochilera, hablaba en inglés se presentó a los hermanos efusiva y
amorosamente producto de un porrito que se fumó antes de entrar, saco su
guitarra e improviso canciones de rito Kirk escoses mezclado con rock, le daba
lo mismo donde lo enterraran sugirió lo cremaran y repartirse las ceniza. Finalmente
el prior ordeno cerrar la iglesia no prospero la misa de cuerpo presente, llego
la policía y los hijos se llevaron el cadáver le sacaron el habito y le
pusieron la camiseta de Sport Boys , el padrecito era chalaco a cargo de los
Barracones Castilla y Corongo.
Lo perdono y le hizo rezar el
rosario en familia, salio rumbo a su retiro no se sentía con autoridad para
regañarlo o decirle que hacer, mientras
se alejaba cabizbajo del hospital ,sono su
teléfono decidió no volver a
contestarle.
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