miércoles, 11 de septiembre de 2019

SIN CURAS NO HAY PARAISO.



SIN CURAS NO HAY PARAÍSO


The Borgias
los BORGIA.


Paz Soldán Francisco, sorprendió a su viejo cuando le  dijo -quiero ser sacerdote. Al menos tiene nombre de obispo pensó, ¿y dónde vas a estudiar para  ser cura?   El seminario de los padres agustinos, contesto seguro Pancho – si al menos jesuita o franciscano pensó el viejo, sabía que sería  imposible hacerlo cambiar idea, ya lo había chequeado eso de ir al coro  los domingos, y ayudante en las confirmaciones, igual probo ¿Y si estudias teología primero? Fue inútil.

Al viejo le jodia que  su único hijo hombre quisiera ser cura,  su apellido sus genes se irían al carajo, así soy yo patriarcal, ya ni pa tener otro, en fin   al menos no será un gasto ingresa y hasta que se ordene iba pensando rumbo a Queirolo un buen pisco y los amigos para consolarse.

José  Eceolaza, natural de Chachapoyas, sacerdote   diocesano,  a cargo de las capilla del hospital regional en Arequipa,  apellido paterno de origen vasco, su padre llego al Perú a raíz de la segunda guerra mundial llego a su destino donde se casó pronto y a su cuarto hijo lo metió a un seminario, costumbre de familia tener un hijo militar  otro cura y  un tercero abogado o profesor. José mediana estatura, contextura gruesa,  buena pinta alegre, nadie lo imagino como cura, pero obediente,  estudio para cura tenía casa, comida, deporte  estudio, le gustaba la vida disciplinada segura.

Llego como capellán al hospital de Arequipa, tenía además que recorrer las capillas de los centros  médicos de la provincia. Al poco tiempo era el capellán, recibía un sueldo del hospital, más las limosnas misas y bautizos particulares. Le iba bien, su problema era el voto de castidad. Con el que tenía que lidiar para no incumplirlo. Pasaban los años y las tentaciones estaban como gallinazos dando vueltas , haciendo esfuerzos con la oración la chamba, el estudio, cuando la carne era débil  exageraba el deporte , el ayuno , ponía de su parte, humano al fin caía , una escapada furtiva a una casa de mal vivir aliviaba las calentura, en total discreción , mantenía su imagen de pastor.

Pasaron los años y su firmeza se relajó, más de una vez salió con alguna chica del hospital, o de las visitas a las capillas de las provincias, nada fijo, su carácter alegre y la guitarra ayudaban a los propósitos non sanctos. La crisis vino con los cuarenta años, se enamoró  , pensó en abandonar el sacerdocio, pero en que iba a trabajar, perdía 10 años de servicio, un buen sueldo , ni pensarlo no podía dejar la capellanía, el problema era que el amor de su vida trabajaba en el hospital  ya  lo habían sido visto más de una vez saliendo con ella. Extremo las precauciones encontrarse lejos, antejos oscuros cambio de ropas, pero nunca falta alguien que te reconozca.

Cuando Sara quedo embarazada, tomaron la decisión de vivir juntos, pero uno tenía que dejar el trabajo, acordaron que fuera ella  cuidara la casa y la guagua. Tuvo que trabajar más ir a los pueblitos, hacer misas de difuntos, aniversario de pueblos, y lo que se presentara, en el hospital casi nadie sabía de su otra vida, solo una amiga de Sara que seguía trabajando  y nadie más, pusieron una tienda en la sala, que ayudaba a la economía, su vida era casi invisible, perfil bajo, no cultivaba amistades en el barrio, ni se vinculaba con los vecinos, salía temprano, llegaba tarde no vestía indumentaria alguna que lo identificara como sacerdote. Para todos vivía con su hermana.

Cuando Francisco llego al hospital para apoyar al padre José, estaba cercano a profesar sus votos sacerdotales, hasta ese momento en el aislamiento del seminario , había pasado las duras pruebas , de la disciplina, obediencia, humildad, donde todos tenían problemas eran con la comida y el pujante empuje hormonal de los hombres jóvenes, él no era ajeno ,  pero el apoyo de la comunidad era importante y pocas veces había tenido tentaciones mayores, bien parecido el único problema que tuvo fue un cura italiano que paso una temporada con ellos ,que se enamoró de Francisco , y lo asediaba pero no estaba en sus gustos los amores griegos.

Los problemas los comenzó a tener en el hospital , allí no había comunidad que lo apoyara en sortear los pecados diarios, los nutricios los incumplió con frecuencia, el caldo de gallina, arroz con pollo con papa a la huancaína y en especial las empanadas de Don  Vittorio lo traían  loco, además de subido de peso. El asunto pasaba con las mujeres, empleadas, pacientes o familiares con los que compartía espacios y tiempos, más de una jovencita le había coqueteado la del coro, era una de la que más se reía de sus turbaciones, el verano del 18 fue más caluroso y se prologo más que los anteriores, la mujeres ligeras de ropa, lo molestaba porque era algo permanente, que le exacerbaba la libido, no contaba con que las tentaciones del maligno fueran tan fuertes y tan lindas. Pero allí firme en sus convicciones las sorteaba, con las prácticas y retiros aprendidos en su formación, y las empanadas con su juguito de medio limón de vez en cuando una auto ayuda, lo  aliviaba dejándolo triste por sucumbir a la lujuria, pasaba después días de ayuno, oración y castigo físico.

Cuando los dos hombres de Dios  se conocieron se dedicaron a las tareas de la capellanía, misas santos oleos, visitas a los enfermos, para el padre José fue un alivio que le permitió dedicarse a otros menesteres más lucrativos , ya tenía dos hijos que mantener, y Francisco disfrutaba de su labor sacerdotal, no tenían mucha confianza, se hablaban poco pero coordinaban bien , la señora Consuelo que se encargaba de la secretaria de la capilla, aliviaba las tareas,  y mantenía el calendario de actividades. A Francisco jamás se le imagino que el padre José tuviera familia, eso lo conocería años después, era su ejemplo, trabajador, austero, parco, pero con la gente se llevaba bien, con los trabajadores y con los pacientes, lo aconsejaba y proponía lecturas,

Pasaron algunos años y llego la hora del retiro del capellán que durante veinticinco años estuvo a cargo se jubilaba en el hospital y pasaba a una parroquia, Francisco lo reemplazo, muy pocos veces regreso de visita y lo perdió de vista, había aprendido a sortear las tentaciones del sexo opuesto, pero las empanadas eran su debilidad, con la carapulcra y sopa seca no podía, nunca faltaban polladas o viandas que le dejaban los feligreses.

Pero las cosas del maligno son así, se presentan cuando estas más descuidado, distraído y llego en forma de inauguración de un pabellón nuevo en el hospital, mucha gente del ministerio periodistas, brindis después de la ceremonia, y el padrecito allí tranquilo hasta que se le cruzaron los ojos reilones de una reportera, gran cuerpo y mejor escote, con la experiencia de los años burlo el cerco desapareciendo de escena y empujándose dos empanadas. lo que no previo es que a los pocos días la bella reportera  lo visitara, para hacerle una entrevista,  lo sorprendió ,pero Edith , había quedado prendada sin saber cómo de un curita, no estaba en su recorrido libro , enamorarse menos  de un cura .

Tuvo la autorización del hospital y la congregación y durante unos días filmaron las actividades, lo entrevistaron, la mujer lo perturbaba, ella lo invito a salir a almorzar cuando el reportaje salió en la televisión, acepto y allí comenzó todo. Ella no se fue por las ramas y le dijo que le gustaba mucho, textualmente lo recuerda –me gustas como mierda- y lo beso, el padrecito no pudo resistirse y probo la humedad del sexo opuesto. Se hicieron pareja, ella no interrumpía ni molestaba en las tareas de la capellanía, él no las descuidaba pero a la primera que podía la buscaba desesperadamente. 

Todo iba bien se sentía bien, bajo de peso y eso lo notaron en el hospital, se bañaba m,  y se afeitaba seguido, la Sra. Consuelo, se dio cuenta  ya conocía esos cambios, además la vio cuando ella  muy arregladita fue a buscarlo para la entrevista, antes se quedaba leyendo o visitando pacientes hospitalizados hasta tarde, ahora salía apurado después de recibir mensajes en el teléfono. Creyó necesario advertirle y lo hizo con las discreción y mesura, Francisco agradeció y pensó debo tomar más precauciones.

El ampay fue terrible y por eso lo cambiaron, al norte, como fue que tuvo tan grande descuido, pensó que el anonimato de la gran ciudad, Lima, lo camuflaría, viajo  por vacaciones a ver a su familia, y coincidió con Edith, y fueron felices una semana, hasta ese jueves que le dijo – tengo entradas para el festival de la salsa en el nacional ¿vamos? Pregunto   y el, como en el principio de los principios cedió. Total nadie lo conocía en Lima, el estadio lleno de gente la multitud bienhechora lo ocultaría, hasta allí todo bien, el  domingo regresaba por la noche.

Tomaron un par de piscos sour y unas cervezas antes de entrar al estadio la poca costumbre de tomar alcohol, le choco a Francisco ,le dio el aire ,  entro en línea borrachera, la luces la música estruendosa  alegremente contagiosa, lo movieron  se puso bailarín, todo bien salvo que la compañía estaba exuberante y llamativa la licra  blanca la tanga azul fosforescente y el top que con las justas sostenía el contenido, junto a un flaco alto desacompasado chispeado lata de Pilsen en la mano    llamo la atención del camarógrafo de canal 9  que poncho a la pareja  unos segundos , lo suficiente, aparecieron en el programa dominical, para la mayoría paso desapercibido pero para la gente del canal de Edith, que desconocían su romance , para la Sra. Consuelo y para el prior de la orden que lo conocía a Francisco desde joven ,fue el acontecimiento.

El lunes temprano lo llamaron de la diócesis, el Obispo quería hablarle. Ni lo sospechaba, se reintegraba de sus vacaciones y llego tranquilo desarmado en su ignorancia de haber sido visto en la televisión a nivel nacional. Monseñor lo hizo ver el video y quedo paralizado, no puede ser carajo, musito, no había explicaciones ni nada que decir, acepto el castigo un mes de retiro en Juliana y luego al norte a Zorritos.

Fue al hospital a despedirse y la Sra. Consuelo le informo que el padre José  estaba hospitalizado en emergencia un problema  cardíaco asociado a la diabetes, fue a verlo y lo encontró en piso cuatro , lo acompañaba, mientras le tomaba la mano,  era Sara,  quedaron solos un momento y pidió ser confesado, Francisco lo escucho serenamente como corresponde a un sacerdote,  confieso padre que vivo con una mujer y tengo tres hijos, mi voto de castidad se derrumbó hace mucho  tiempo.

Recordó la anécdota en el seminario , de un sacerdote que murió anciano y lo velaban en la iglesia de Carmen de la Legua, con los oficios correspondientes a un hombre santo, ,en su ataúd con la sotana de la congregación, la capucha puesta para la larga marcha, en un receso de  la ceremonia litúrgica,   llegaron dos jóvenes hermanos crespitos de tez morena reclamando ver a su progenitor,
 - por la puta madre había sido cura- dijo el mayor,

 los miembros de la orden sorprendidos no atinaban a a hacer algo ,sacarlos ,llevarse el cadáver , tratando de calmar los ánimos , de pronto se apareció una mujer  con una una niña en brazos, ¡Papito¡ sollozo , se acercó al féretro, y no la sorprendió verlo de hábito , lo sabía desde mucho tiempo , -despídete de tu abuelo – dijo a la pequeña con mocos en la nariz, lo que si descubrió es que tenía hermanos, de su viejo ya nada lo sorprendía, había estado cerca de un grupo subversivo fumaba hierba en barrios poco recomendables se saludaron sorprendidos, los hijos querían llevarse el cadáver, y los hermanos de la congregación querían que se quede, aunque el prior sugirió se lo lleven rápido antes que se arme el gran escándalo. 

Pero llego un gringo mayor, el primer hijo producto de un amor juvenil con una mochilera, hablaba en inglés se presentó a los hermanos efusiva y amorosamente producto de un porrito que se fumó antes de entrar, saco su guitarra e improviso canciones de rito Kirk escoses mezclado con rock, le daba lo mismo donde lo enterraran sugirió lo cremaran y repartirse las ceniza. Finalmente el prior ordeno cerrar la iglesia no prospero la misa de cuerpo presente, llego la policía y los hijos se llevaron el cadáver le sacaron el habito y le pusieron la camiseta de Sport Boys , el padrecito era chalaco a cargo de los Barracones Castilla y Corongo.  

Lo perdono y le hizo rezar el rosario en familia, salio rumbo a su retiro no se sentía con autoridad para regañarlo o decirle que hacer,  mientras se alejaba cabizbajo  del hospital ,sono su teléfono  decidió no volver a contestarle.



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