ESCAPADAS
COLEGIALES
1971 PROMOCIÓN JOSE MARIA ARGUEDAS LA CANTUTA. |
Mi
primera escapada, fue en jardín de la
infancia en el colegio de aplicación de la Cantuta, tenía cinco años , gordito con mandil blanco, el aula tenía un amplio ventanal que cubría una de las paredes, que nos permitía
ver lo los jardines y el sembrío de maíz por
donde el viento se filtraba silbando.
A ver si me acuerdo casi 60 años después; estaban también los casilleros donde
teníamos nuestros útiles, una pecera que regalo mi padre, en una pared la
imagen del niño Jesús de Praga, al que rezábamos todas las mañanas, la pianola
que tocaba nuestra profesora Rosa.
Un recuerdo permanente de primaria son los salones, baños, pasadizos todo el colegio siempre limpio,
olía a cera, los pasadizos lustrados
por donde corría y nos deslizábamos sobre Las rodillas, mi colegio está
ligado a la limpieza y al mandil blanco,
tenía un sueño que nunca me lo quitaba
ni en la universidad, en las prácticas de química cuando lo usaba, me traía
recuerdos del mandil.
Al
lado del aula con mesas de
colores redonda cuadrada rectangular, estaba el cuarto
de juegos, con muñecos herramientas, un teatrín de marionetas. La pared que daba a los jardines era de
madera y no llegaba al techo, como una mampara
un espacio conectado al aire
libre, pegada a esa pared había mesa con los juguetes.
De quien fue la idea no lo recuerdo, estábamos
Carlitos, Alberto, Jorge y alguien más , pusimos una sillita en la mesa y
alcanzamos el borde superior con facilidad,
nos subimos y nos descolgamos para el patio de formación. Salimos
corriendo felices, salir sin rumbo por el gusto puro de escaparse, de ser libres,
de retar la norma, sin malicias muertos de risa comenzamos por los juegos de allí
por los inmensos jardines de la entonces Escuela Normal, alguien se percató
de la fuga y de pronto éramos perseguidos por tres profesores capturados después de la correteadera que se originó,
por más empeño en querer eludirlos
fuimos capturados. No recuerdo castigos, solo la risa y el aire frio en el
rostro y a los profesores corriendo detrás
de nosotros.
Más de
una vez nos escapábamos a corretear por los cerros, rumbo al río esperaren una islita en medio del rio que
abran la compuerta y ver como súbitamente se incrementaba el caudal y salir a la
orilla cuando estaba cerca, el miedo de
quedarse en medio ,que sucedió y había que esperar al lerdo a que baje el
caudal, mas de una vez en la desesperación con el agua pisando los talones resbalábamos y llegábamos a
la orilla mojados, al jardín botánico, a la ladrillera, una construcción por la
chacra y las casa de los profesores, al cerro del triángulo, regresábamos apurados muy retrasados cuando
ya el recreo había terminado los
compañeros ya estaban sentados
llegábamos sudados cansados
felices.
Una de las aventuras más seguidas era escaparse
al cerro del triángulo, detrás de la capilla a medio construir, teníamos que comenzar a subir cruzando primero la acequia, entre el
cañaveral que brotaba. Llegar al triangulo un cartel de metal en un tubo. Hasta
hoy no sé qué significa ese aviso. Desde allí
el lindo panorama se veía todo el colegio la universidad, el
rio y la otra ribera, el barrio de pedregal y la carretera central. En invierno
la neblina hace desaparecer con su manto blanco las casas y edificios, la vemos
correr empujadas por los vientos,
regresamos después de darle una vuelta
viendo los vestigios de tumbas profanadas aun con restos de cerámica
prehispánica. Desde allí se podía había
una subida lateral al Talcomachay el gran cerro con la cruz, de hecho era el
examen que nos tomaba en educación física en secundaria , el profe no subía, no
esperaba sentado en el gimnasio.
Pensándolo bien hoy, fue una imprudencia del profe mandarnos a subir un
cerro con precipicios, más de una vez
nos caímos porque lo hacíamos corriendo por senderos de un metro de ancho, Paco recuerdo era
siempre uno de los punteros , delgado muy rápido nunca le ganamos , fue el que
rodo varios metros , todo raspado siguió corriendo , se llegaba por la parte de
atrás , por donde existen excavaciones o túneles , coronábamos ,el premio era ver el valle ,más allá de la central eléctrica Juan Carossio, camino a Ricardo Palma, y por el
oeste Santa María y el club El Bosque. La bajada empinadísima, la hacíamos también con toda la imprudencia
de chiquillos, si mi madre lo hubiera
sabido me sacaba del colegio,
colegio mixto muchas chicas lo hacían con más destreza que varios varones.
Esas escapadas en primero de secundaria con
Manuel , Carlos, Quique David, Hugo, eran una aventura llegar a la acequia que
corría por el cerro, treparnos al molle que no sé cómo creció en un sitio tan
escarpado, las ramas daban al vacío y allí nos subíamos, hoy no hubiera
permitido que un hijo o un nieto hiciera tal temerario acto, realmente no teníamos conciencia que pudimos habernos matado
en una caída. Al subir el cerro árido
debajo de las piedras las avispas hacían sus panales, el gato Walter, y
otros le gustaba ir buscando y mirando
donde estaban moverlas para hacerlas salir en su defensa, ¿Cuál era la
diversión ? salir disparados escapando de las picaduras, no siempre era posible
y el más lento o peor ubicado salía con
su premio , picado , más de una vez me
toco la más fuerte fue una cerca del
ojo que me lo hincho que termine en la
emergencia, otro que recordamos siempre
es a Carlos más conocido como pajarito, su corte de pelo militar siempre rapado, era de los chicos del salón, jodido y
rabioso hasta viejo, una vez le picaron dos o tres avispas, en la cabeza, lo auxiliamos
sacándolo a la volada, alguien
dijo con barro le va a dejar de doler , llegamos a la acequia y le embarramos
la cabeza . Como llegamos al colegio embarrados picados no recuerdo además de las risas. Siempre nos
ponían amoniaco en la picadura que olía feísimo.
Otras veces nos íbamos siguiendo la acequia que
corría por el cerro, cazábamos lagartijas hoy no podría ni caminar seguro lo haría
gatas, tenía un muro de menos de un metro del otro lado el cerro, por el
angosto muro caminábamos , a veces el borde daba a precipicios, pasábamos por el club Regatas, seguíamos hasta estar frente a Santa María, el tranquilo barrio
antes de llegar a Tarazona.
En primero de media, año 67, el sistema era con
menos control venia un profesor dictaba
su clase se iba y los breves minutos de
una clase a otra, era para ir al baño o una estiradita, no puertas cerradas, con Hugo planeamos las
escapadas al cine en matiné. Entrabamos
a las dos y la salida era a las cinco,
el colegio estaba retirado de la ciudad, así que era un ir o venir o a veces
quedarse a almorzar en el comedor de estudiantes universitarios igual uno
pagaba su ticket y entraba, un amigo tenía
a su padre trabajando en la cocina o en
el comedor, este es un recuerdo que viene después de muchísimos años. A las
tres con un polo o debajo de la camisa caqui del uniforme, salíamos disparados
a Chosica, nos quitábamos la camisa y teníamos una bolsa donde esconderla, así
llegábamos al cines esperábamos que empezara la película y nos subíamos a
balcón previa sobornada con cincuenta céntimos
nos encontrábamos con los que se habían tirado la pera del otro colegio el Pablo Patrón y de los de quinto de media
del nuestro, éramos los más chiquillos de esas escapadas.
Cuando estuve en el Champagnat no me pude
escapar porque la vigilancia y la disciplina existían además el portón del
colegio con portero estaba cerrada
durante las clases. Se reiniciaron en el 70 cuando regrese a la Cantuta, pero
no fuero tantas, ni tan recordadas como las de primero de primaria.
Que lindas aventuras! Yo tmb me escapaba y mi mandil blanco terminas mugroso que lindos recuerdos!! Me encanto 💞💞💞
ResponderEliminarQue lindas aventuras !!! Yo tmb me echaban y mi mandil blanco terminaba mugroso, que lindos recuerdos !!! Me encanto 💞💞💞💞
ResponderEliminarQue historia para interesante, por mi parte debo confesar que me era muy difícil estar sentado de 8 a 12 y luego de 2 a 5 de la tarde, cada vez que podía me escapaba ´´me hacía la vaca´´, por supuesto mis calificaciones con las justas permitían aprobar los cursos en contraparte fui y soy un lector compulsivo y un viajero empedernido
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