miércoles, 6 de febrero de 2019

LA NIÑA QUE SOÑABA COMO SU ABUELO


                                                           LA NIÑA QUE SOÑABA COMO SU ABUELO


¿Se heredan  los recuerdos?
¿Quedan los sueños en el adn?









Una noche del verano cuando tenía ocho  años Francisca,  despertó llorando su madre la tranquilizo y dijo entre lágrimas que soñó que la casa se inundaba con la lluvia que el agua caía dentro de la casa. Hacía muchos años hubo una lluvia torrencial en Chosica, cuando su abuelo era muy joven ,la casa donde vivía,  debido a los desniveles de los techos se inundaron, el agua empozada  caía por el techo de la sala, la niña nunca supo de esto.

Soledad la mamá de Francisca, tenía la rara costumbre de recordar sueños raros e interpretarlos, y no solo los de ella sino de quien le consultara, comprendió que como ella, su tía Catalina, hermana de su padre , la última de sus hija  les había heredado tal cualidad.

El abuelo tenía esos periodos de languidez y tristeza que aparecían y desaparecían sin motivo. Años después supo que eran un trastorno bioquímico  de neurotransmisores dopamina, serotonina y no la mariconada y falta de huevos  que le había diagnosticado un médico de pocas luces.

Recordaba que de niño tenía con su madre, Carmen – la bisabuela de Francisca- una extraña relación telepática, en la que nadie en casa creía, - voy a  buscar a mamá con las compras –decía mientras salía corriendo y ella ya estaba a media cuadra, cuando estudio lejos del hogar, su madre sabía cuando su hijo mayor estaba enfermo. Esa misma relación quedó establecida con su hermana Catalina que  se fue a vivir muy lejos, ella lo llamaba cuando le daba la depre sin razones válidas por el puro cambio de estación.

La mamá del abuelo fue adoptada de niña, su padre biológico  murió joven de la enfermedad de los pulmones, sólo después se sabría que Xavier Oteyza  el tatarabuelo de Francisca, fue un romaní  curador, leedor de la borra del café y limpiador de malos espíritus en casas pesadas- aparte de las artes de jugar con las cartas y mujeriego.

Del lado paterno,  el padre de su tatarabuelo fue un inmigrante chino cantonés,  herbolario por ancestro, consumidor de la amapola y de sus ensueños,que en siglo XIX atravesó el océano para venir engañado  de semi esclavo a trabajar cortando caña en una hacienda del norte, hasta que pudo comprar su libertad cambiarse de nombre , porque los chinos eran mal vistos, igual la genética del ojo rasgado  los dones de saber sueños  fueron parte de la herencia que dejó en    su descendencia, y en Francisca ,ya la  quinta generación  se manifestaba aun  en unos grandes ojos café  . Además su tatarabuela una huanuqueña  había sido zurda ,  de generación en generación solo aparecían uno o dos mutantes.

Cuando al abuelo le contaron que su nieta había soñado con inundaciones, agua y se había despertado llorando, supo que era miembro de los loquitos de la familia, de los  que tenían el don, él había soñado durante tiempo con inundaciones, con tsunamis, desbordes de ríos y siempre le contaba a su hermana o  a su hija cuando creció, las que le interpretaban los sueños después de algunas preguntas.-
El abuelo se preguntaba ¿se heredarán los recuerdos y los sueños? Si se hereda  el color de los ojos, si eres lacio o zambo, la forma de caminar, y hasta la posición de dormir son trasmitidas.  Su padre, él mismo, sus hijos y Francisca dormían del lado derecho y una mano debajo de  la cara y la otra entre las piernas.  ¿Por qué no los sueños y recuerdos que impactaron en la memoria?  

Viendo a su nieta a los ocho años escribir y dibujar historietas, él  se sentía un escritor frustrado, aunque escribía y guardaba cuentos y mala poesía como pasatiempo,  el padre de Panchi así le decían a Francisca también escribía con cierta gracia. Comprendió que había heredado  algunas cosas suyas. 

El abuelo había llegado a la conclusión que muchos de los sueños raros y estrambóticos que tenía, más cuando le llegaban los periodos de melancolía, algunos no eran suyos ni experiencias propias, sino extraños lugares y gente que no conocía, manejaba la teoría que los recuerdos de su bisabuelo chino, como un gen regresivo  se manifiestan en sus sueños y extrañas vivencias.

Cierta vez de  en un viaje de niños  con sus padres y hermanos de Huacho a Sayán   donde vivieron
 su abuelo y su bisabuelo   en una parte de la campiña, vio a lo lejos una inmensa casa con un frondoso árbol al lado.

– Papá por favor entremos un ratito yo conozco esa casa- todos rieron pues era la primera vez que iban por allí , pero el padre le hizo  caso,  entró por un camino de tierra a la casa, había cultivos de algodón, antes de llegar anunció,- detrás de la casa hay una bajadita y una acequia-. Llegaron, la casa que  estaba cerrada daba la impresión que no estaba habitada, al costado había una casa humilde de adobe, salió una señora que  nos informó que el dueño de la casa ya había fallecido y uno de sus hijos venía muy rara vez a cobra un poco de arriendo – desde la reforma agraria está cerrada-. ¿Hay una acequia cerca?- Preguntó mi padre  -si le contesto la mujer, por acá síganme – nos mostró un apacible riachuelo que bordeaba la parte trasera de la casa y se perdía por la chacra.

Nos fuimos en silencio, solo dije – creo que una vez lo soñé- no se volvió a comentar el incidente, mi mamá me pasó la mano por la cabeza. 

 Los sueños del abuelo, tenían que ver con retornos con dificultades, quería regresar a casa y no encontraba movilidad, regresaba a la universidad  porque debía exámenes, estaba en medio de huaycos, inundaciones huyendo pero sobrevivía, caminando por la playa después de un tsunami.

Soñaba en medio de cañaverales de noche en pequeñas cabañas o caminando por pasadizos de madera tugurizados oscuros, con mucha gente de mal vivir, sucios, mendigos, buscaba donde dormir  donde protegerse.

Estos sueños eran recurrentes y se los contaba a su esposa y a veces a su hija la que le daba distintas interpretaciones. Eso fue mucho antes de que naciera Francisca y que viniera a vivir a su casa.

  Pasó un tiempo del primer sueño que contó a su mamá, y de vez en cuando  al levantarse le contaba sus sueños a su madre. Ella comenzó a darse cuenta que algunos de ellos se parecían a los que su padre le había contado en alguna oportunidad.

 Panchi, un día al almuerzo le contó a su abuelo que había soñado con él, que lo había visto en cuarto con techo de cañas muy pobre, sudando  enfermo estaba  solo .pero era muy jovencito. El abuelo la escuchó y sonrió,  recordó que estando en la universidad  lejos de casa, había alquilado un cuarto de estudiantes en un patio, el baño  estaban a la intemperie   apenas protegido por una calamina. Era un sitio barato para estudiantes de pocos recursos, allí enfermo de pleuresía y un fin de semana hizo crisis y su padre lo fue a buscar, había perdido mucho  peso, perdió un ciclo de la universidad.

¿Cómo era posible que Panchi soñara con algo que le había pasado a él antes que ella naciera? Cada cierto tiempo le contaba a su abuelo, sueños parecidos a los que él había tenido, que se escapaba corriendo por unos  pasadizos de un rio caudaloso que lo inundaba todo, que no se acordaba como regresar del colegio a la casa.

Una noche el abuelo se despertó asustado, soñó que estaba en su trabajo en  la zona de casilleros, limpiando el suyo botando papeles y ropa vieja, venían uno amigos a invitarle a tomar un café,   y él les decía- no  puedo mis papás me están esperando afuera, y ya los he hecho esperar mucho.

En la madrugada Panchi despertó llorando y el abuelo la fue a ver y le conto –abuelo, soñé que nos dejabas,  y te ibas con tu papás.

La tranquilizo y se durmió, después de desayunar Panchi se despidió para irse al colegio  el abuelo salió a media mañana a su club a jugar tenis. Ninguno previo que ya no volverían a verse mas.  

Febrero 2019.






1 comentario:

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