LA NIÑA QUE SOÑABA COMO SU ABUELO
Una noche del verano cuando tenía
ocho años Francisca, despertó llorando su madre la tranquilizo y
dijo entre lágrimas que soñó que la casa se inundaba con la lluvia que el agua
caía dentro de la casa. Hacía muchos años hubo una lluvia torrencial en Chosica,
cuando su abuelo era muy joven ,la casa donde vivía, debido a los desniveles de los techos se inundaron, el agua empozada caía por el
techo de la sala, la niña nunca supo de esto.
Soledad la mamá de Francisca, tenía
la rara costumbre de recordar sueños raros e interpretarlos, y no solo los de
ella sino de quien le consultara, comprendió que como ella, su tía Catalina, hermana
de su padre , la última de sus hija les
había heredado tal cualidad.
El abuelo tenía esos periodos de
languidez y tristeza que aparecían y desaparecían sin motivo. Años después supo
que eran un trastorno bioquímico de neurotransmisores dopamina, serotonina y no la mariconada y falta de huevos que le había diagnosticado un médico de pocas
luces.
Recordaba que de niño tenía con
su madre, Carmen – la bisabuela de Francisca- una extraña relación telepática,
en la que nadie en casa creía, - voy a buscar
a mamá con las compras –decía mientras salía corriendo y ella ya estaba a media cuadra, cuando estudio
lejos del hogar, su madre sabía cuando su hijo mayor estaba enfermo. Esa misma
relación quedó establecida con su hermana Catalina que se fue a vivir muy lejos, ella lo llamaba
cuando le daba la depre sin razones válidas por el puro cambio de estación.
La mamá del abuelo fue adoptada
de niña, su padre biológico murió joven
de la enfermedad de los pulmones, sólo después se sabría que Xavier Oteyza el tatarabuelo de Francisca, fue un romaní curador, leedor de la borra del café y
limpiador de malos espíritus en casas pesadas- aparte de las artes de jugar con
las cartas y mujeriego.
Del lado paterno, el padre de su tatarabuelo
fue un inmigrante chino cantonés, herbolario por ancestro,
consumidor de la amapola y de sus ensueños,que en siglo XIX atravesó el océano para venir
engañado de semi esclavo a trabajar
cortando caña en una hacienda del norte, hasta que pudo comprar su libertad cambiarse
de nombre , porque los chinos eran mal vistos, igual la genética del ojo rasgado
los dones de saber sueños fueron parte de la herencia que dejó en su descendencia, y en Francisca ,ya la quinta generación se manifestaba aun en unos grandes ojos café . Además su tatarabuela una huanuqueña había sido zurda , de generación en generación solo aparecían
uno o dos mutantes.
Cuando al abuelo le contaron que
su nieta había soñado con inundaciones, agua y se había despertado llorando,
supo que era miembro de los loquitos de la familia, de los que tenían el don, él había soñado durante
tiempo con inundaciones, con tsunamis, desbordes de ríos y siempre le contaba a
su hermana o a su hija cuando creció,
las que le interpretaban los sueños después de algunas preguntas.-
El abuelo se preguntaba ¿se
heredarán los recuerdos y los sueños? Si se hereda el color de los ojos, si eres lacio o zambo,
la forma de caminar, y hasta la posición de dormir son trasmitidas. Su padre, él mismo, sus hijos y Francisca dormían
del lado derecho y una mano debajo de la
cara y la otra entre las piernas. ¿Por
qué no los sueños y recuerdos que impactaron en la memoria?
Viendo a su nieta a los ocho años
escribir y dibujar historietas, él se
sentía un escritor frustrado, aunque escribía y guardaba cuentos y mala poesía
como pasatiempo, el padre de Panchi así
le decían a Francisca también escribía con cierta gracia. Comprendió que había heredado algunas cosas suyas.
El abuelo había llegado a la
conclusión que muchos de los sueños raros y estrambóticos que tenía, más cuando
le llegaban los periodos de melancolía, algunos no eran suyos ni experiencias
propias, sino extraños lugares y gente que no conocía, manejaba la teoría que
los recuerdos de su bisabuelo chino, como un gen regresivo se manifiestan en sus sueños y extrañas
vivencias.
Cierta vez de en un viaje de niños con sus padres y hermanos de Huacho a Sayán donde vivieron
su abuelo y su bisabuelo en una parte de la campiña, vio a lo lejos una inmensa casa con un frondoso árbol al lado.
su abuelo y su bisabuelo en una parte de la campiña, vio a lo lejos una inmensa casa con un frondoso árbol al lado.
– Papá por favor entremos un
ratito yo conozco esa casa- todos rieron pues era la primera vez que iban por allí
, pero el padre le hizo caso, entró
por un camino de tierra a la casa, había cultivos de algodón, antes de llegar
anunció,- detrás de la casa hay una bajadita y una acequia-. Llegaron, la casa
que estaba cerrada daba la impresión que
no estaba habitada, al costado había una casa humilde de adobe, salió una
señora que nos informó que el dueño de
la casa ya había fallecido y uno de sus hijos venía muy rara vez a cobra un
poco de arriendo – desde la reforma agraria está cerrada-. ¿Hay una acequia
cerca?- Preguntó mi padre -si le
contesto la mujer, por acá síganme – nos mostró un apacible riachuelo que
bordeaba la parte trasera de la casa y se perdía por la chacra.
Nos fuimos en silencio, solo dije
– creo que una vez lo soñé- no se volvió a comentar el incidente, mi mamá me
pasó la mano por la cabeza.
Los sueños del abuelo, tenían que ver con
retornos con dificultades, quería regresar a casa y no encontraba movilidad,
regresaba a la universidad porque debía
exámenes, estaba en medio de huaycos, inundaciones huyendo pero sobrevivía,
caminando por la playa después de un tsunami.
Soñaba en medio de cañaverales de
noche en pequeñas cabañas o caminando por pasadizos de madera tugurizados
oscuros, con mucha gente de mal vivir, sucios, mendigos, buscaba donde
dormir donde protegerse.
Estos sueños eran recurrentes y
se los contaba a su esposa y a veces a su hija la que le daba distintas
interpretaciones. Eso fue mucho antes de que naciera Francisca y que viniera a
vivir a su casa.
Pasó un tiempo del primer sueño que contó a su mamá, y de vez en cuando al levantarse le contaba sus sueños a su madre. Ella comenzó a
darse cuenta que algunos de ellos se parecían a los que su padre le había contado
en alguna oportunidad.
Panchi, un día al almuerzo le contó a su
abuelo que había soñado con él, que lo había visto en cuarto con techo de cañas
muy pobre, sudando enfermo estaba solo .pero era muy jovencito. El abuelo la
escuchó y sonrió, recordó que estando en la universidad lejos de casa, había alquilado un cuarto de
estudiantes en un patio, el baño estaban a la intemperie apenas protegido por una calamina.
Era un sitio barato para estudiantes de pocos recursos, allí enfermo de pleuresía
y un fin de semana hizo crisis y su padre lo fue a buscar, había perdido
mucho peso, perdió un ciclo de la
universidad.
¿Cómo era posible que Panchi soñara con algo que le había pasado a él antes que ella naciera? Cada cierto
tiempo le contaba a su abuelo, sueños parecidos a los que él había tenido, que
se escapaba corriendo por unos pasadizos de un rio caudaloso que lo inundaba todo, que no se
acordaba como regresar del colegio a la casa.
Una noche el abuelo se despertó
asustado, soñó que estaba en su trabajo en
la zona de casilleros, limpiando el suyo botando papeles y ropa vieja,
venían uno amigos a invitarle a tomar un café, y él les decía- no puedo mis papás me están esperando afuera, y
ya los he hecho esperar mucho.
En la madrugada Panchi despertó
llorando y el abuelo la fue a ver y le conto –abuelo, soñé que nos dejabas, y te ibas con tu papás.
La tranquilizo y se durmió, después
de desayunar Panchi se despidió para irse al colegio el abuelo salió a media mañana a su club a
jugar tenis. Ninguno previo que ya no volverían a verse mas.
Febrero 2019.
Muy buena narrativa
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