ANDANZAS DEL CABALLERO DEL PELO LARGO.
BAJO EL VOLCÁN*
mi cariño y homenaje a dos queridos maestros arequipeños
Don Victor Sanchez Moreno c y tío autor de un libro sobre Arequipa.
Oswaldo Reynoso Diaz profe amigo y escritor mayor.Los inocentes.
Y a Charo Visa Apaza que nos cuido de niños en la casa materna.
la vida no es la que uno vivió,
sino la que uno recuerda y
como la recuerda para contarla.
Andaba con el pelo largo su jean viejo, su
mochila de mil viajes, las botas gastadas y cansadas, la camarita y la bitácora
de viaje.
Llego a la ciudad antigua bajo el
volcán nevado, saludo al Apu, le pidió
humildemente lo acogiera, puso unas hojas de coca y un poco de pisco en el
suelo y sintió que una ligera corriente eléctrica le recorría el cuerpo.
El frío se instalaba y los lugareños con su hablar cantado iniciaban su día,
se tuvo que poner los lentes oscuros, el sol salía temprano radiante llenando
de claros oscuros las callecitas zigzagueantes, de subidas y bajadas,
construida de blanco y lava le daba
fuerza y personalidad que sus habitantes la vivían orgullosos, el valle feraz , el rio grande ,furioso en verano .le daban el
verdor y las provisiones a sus habitantes.
El desgarbado caballero, llego al
mercado, siempre que llegaba a un destino lo primero que hacía era ir al mercado,
a comer e informarse, eran los mejores lugares para conocer el lugar, los
precios eran accesibles. Desayuno café pan de tres puntas y queso mientras
conversaba con la señora que atendía.
El bullicio de los mercados es
igual en todos lados, si llegas temprano los bultos con verduras, y productos
del campo llegan presurosos y los olores de las yerbas aromáticas del lugar,
yerbabuena, mentas, cilantros, cebollas, ajos
se mezclan amorosamente con el siempre amable y hogareño aroma del pan recién horneado con el de los guisos y
caldos propios del lugar.
Se ubicó en un hotel barato en el
centro de la ciudad ,la plaza principal virreinal señera, lo transporto a viejas
andanzas con capa sombrero con la calles
mal alumbradas, paso por el atrio de la catedral , parecidas a otras del
continente pero cada una con su imponente personalidad, se sentó en las gradas
a escribir su bitácora y pensamientos antes
que se fuguen y ver pasar a la gente ,algunos en ternos con cartapacios presurosos, no les alcanzaba el tiempo, a él
le sobraba, soy un millonario en tiempo pensó
, ellos son pobres de tiempo.
Camino hacia el rio y encontró un
parque tranquilo, umbroso se sentó en
una banca, saco de la mochila una bolsa de papel con algas secas, las humedeció con un poco de
agua y las comió despacio, muy despacio no requería mucho para saciar el
hambre.
Acomodo su mochila como almohada,
se recostó en la banca, dormito y entre sueños sintió la telúrica energía del volcán,
soñó con lechuzas y era bueno reconoció a su animal totémico pero no recordó
bien lo soñado despertó con el aire
helado sobre el rostro.
Regresaba al hotel al día siguiente iría al valle de los
cóndores, se encontró con una bella mujer con un gran trenza y ojos
orientales se vieron y supieron que habían caminado juntos alguna vez, pasaron
la noche juntos se juraron amor eterno antes de despedirse , sabiendo que el tiempo
no existe y algún días se volverían a encontrar
.
Camino sus calles, los
antiguos portones, y las pequeñas puertas de panaderías antiguas, los adoquines
ingastables de sus pistas habían resistido el tiempo y los terremotos y los malos gobiernos, tenían
miles de pasos de historias de gente
antigua, las ventanas protegidas por rejas de hierro centenario, imagino a la
damiselas del siglo antes de la luz detrás de ellas y a los enamorados poetas
en la angosta vereda.
Se tenía que ir, algún día
volvería, era una ciudad hermosa, orgullosa, bajo el volcán.
* Malcolm Lowry
Junio 2018
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