LA
HERENCIA PATERNA.
Nuestro, padre Don Sergio Vicente
Alzamora Bernuy, fue médico pediatra. Somos
seis hermanos, y el recuerdo de la primera casa fue en Chosica jirón Callao numero 336 frente a un parque inmenso lleno
de ficus, los juegos infantiles estaban
cruzando la pista.
La casa de los cisnes, así se le
conocía, en realidad un conjunto de tres casas con tres estatuas de yeso de cisnes cada uno en la entrada de cada
casa.
Mi padre llegaba de su trabajo en
el Hospital del Niño desde Lima , en un Mercury de los cincuentas ,blanco y
plomo, en las tardes trabajaba en su
consultorio, la casa tenia entrada con gradas
de mármol, y unas rejas de madera pintadas de verde, una pergolita
central con una banca de mármol . por la izquierda iba de frente a la sala de espera y al
consultorio. Colindaba con la casa de los Velásquez, a la derecha era la entrada
a casa pegado había un pasadizo cubierto
por enredaderas de caiguas, a manera e
entrada del personal que daba la cocina.
Rodeando la pérgola dos jardines el de la
derecha en una planta de romero. Se subía
por unas gradas a un hall sala y de allí
al comedor, era una casa muy antigua.
La entrada estaba protegido por un techo de esteras para
evitar el sol, una vez hubo un corto circuito
y se prendió techo. Era la hora de almuerzo y felizmente
pasaba un policía que ayudo a apagar el conato de incendio, la comisaria estaba
en la cuadra siguiente.
Los cuartos eran amplios y de
techos altos, en el dormitorio dormíamos los cuatro hermanos y aun así era grande.
Tenía muebles antiguos una había uno de cedro y de mármol gris donde se ponía el nacimiento en
Diciembre, había un closet tan grande
que entrabamos los cuatro hermanos.
Detrás de la cocina había un
patio como un gallinero donde no faltaban aves y pavos los fines de año, más
atrás tres cuartos que me daban miedo. Vivíamos allí con mi tío Jorge Oneto,
hermano de mi madre conversador nato. Alto pelado con un porte de conde extraditado, pobre de bolsillos y millonario
de cariño.
Los techos altos protegidos con
calamina, en los veranos las lluvias los hacían
retumbar además vivíamos a dos cuadras de río que escuchábamos rugir con temor,
y el olor a tierra mojada se mezclaba con el barro de los huaycos q bajaba con
el rio. Más atrás el ferrocarril y los pitos de las nueve de la noche del tren
que llegaba de la sierra, y en las mañanas el que subían de Lima.
Sentarse en las gradas por las
tardes a cambiar revistas con los otros niños
del barrio, o salir en bicicleta, cruzar
la pista a los juegos hasta el atardecer.
Apenas se veía
la televisión que no tenía muchos años el canal cuatro y casi nada el trece. La
radio que nos despertaban era radio Victoria con una trompeta como de cuartel
militar. Y el grito LEVANTARSE MUCHACHOS y
lustrarse los zapatos con Nuget el betún.
Vivimos allí desde que tenía cuatro llegado
del sur años hasta los 9 aproximadamente, cuando nos mudamos a dos cuadras al
jirón Chiclayo 352, al costado de la municipalidad, y frente a la Iglesia.
Una casa inmensa de paredes
rojas, estilo californiano de estreno el dueño el señor. Zegarra Ballón
se la vendió a mis padres que quedo endeudado por el 67 hasta el 86 que se jubiló
y gracias al gobierno de Alan García la deuda pendiente quedo reducida a menos
de un sol.
El jirón Chiclayo cuadra
tres tenía solo dos casas la nuestra y
la de los Bresani, el padre fue alcalde
y eran unos gringos simpáticos. Al frente estaba la iglesia y la parte lateral
del colegio de los padres agustinos Santa Rosa
y colindante con muestra casa la casa municipal edificio original de 1880 .la casa tiene todavía
al fondo
una parte muy antigua de adobe del siglo XIX como una ranchería, 5 habitaciones lavandería y un baño. Separada
por un muro bajo.
Los vecinos de ese entonces descendientes
de Don Víctor Andrés Belaunde se iban a quejar de los
ruidos y risas que provenían de esa parte de la casa por las noches, pero allí no
había nadie, en esa casa siempre ocurrieron cosas raras pero eso se los contare
otro día.
Chosica era un pueblo chico, bucólico,
donde la ciudad se resguardaba temprano a las nueve la ciudad descansaba.
De esa época tengo recuerdos de mi padre, en la casa antigua, los domingos cuando tendría unos 7 años al terminar el desayuno me sentaba a
escuchar música clásica, y a leer las biografías de los músicos y compositores,
Una de las pasiones del viejo era la música clásica tenía muchos discos, y la
música criolla, por allí tangos jamás de
los jamases la cumbia, lo tropical, ni el rock, la música instrumental de las
grandes orquestas era otro de sus
gustos. Esa es la primera gran herencia
que tengo de él.
Otra de sus pasiones era la
comida que no la herede, básicamente era un carnívoro que no concebia la comida
sin carne, los huevos fritos los
chicharrones el jamón del país la
salchicha de Huacho a donde íbamos expresamente a comprarla donde tenía su
caserita y los aun presentes tamales domingueros donde su casera que hoy le compro a la hija.
Era su pasión nos llevo a todos
sus huariques en Lima al chinito en el jirón Chancay a una cuadra de la Colmena
por la universidad Villarreal, el Cordano detrás de palacio , uno cerca al teatro Municipal en
una esquina el Carbone.
Mi padre nunca fue a comprar al
mercado de Chosica , era muy chosicano pero era más médico, y su concepto era
que los médicos no podían mezclarse con los otros, ni emborracharse, el viejo
era abstemio consuetudinario bueno eso tampoco lo herede ,el prestigio de su profesión consistía además
de sus conocimientos que incrementa permanentemente, en un comportamiento
intachable , nunca mal vestido ni informal, nunca sin afeitarse, un
comportamiento serio, muy pocas veces se salía de libreto, un mal
habito que compartió con su hermano y su padre fue el tabaco al final fumaba en pipa y el recuerdo del aromático
olor me queda , poco tiempo lo acompañe de fumador , creo que dejar de fumar es
uno de mis logros.
Una pasión que tenía eran los
pastores alemanes, el primero que tuvimos fue Rinti, por rintintin el de la
serie de la tele, después vendría Pelusa que tuvo muchas crías y se moría
de miedo con las coheterías de las fiestas de las cruces y los años nuevos ,una
vez se cayó de la azotea y tuvo un accidente. El ultimo que recuerdo era un
pastor precioso que se llamaba Boris de Luna Fuenzalida y algo más en alemán
Von algo así. Tenía peligre y le había
costado una fortuna. Varias veces tuvimos crías de pastorcitos. A mí eso de criar
perros como que no me gustaba mucho, a mi hermano Jorge y hermanas creo que sí.
En otra oportunidad le dio por
criar conejos creo que llegamos a tener más de cien y mi hermano los cuidaba él
es médico veterinario y también se los comía.
Una costumbre que tenía era hacer compras solo, en los
supermercados en Lima donde era anónimo, los sábados en especial llegaba con el
Chevrolet celeste y después con el Ford amarillo de ocho cilindros, con la
maletera repleta de comida, repleta, no cabía nada más, carnes y quesos eran
gran parte de lo que compraba lo
recibíamos y todos lo ayudábamos abajar las muchas bolsas. Incluso compraba
cosas para una de sus hermanas .dar y ver comer a su familia fue unos de sus
placeres, llevarnos a chifas y parrilladas los domingos constituí una tradición,
salir de Chosica los domingos por la
tarde rumbo a Lima a comer, a Paruro, Capón, o al centro a alguna parrilla
argentina. Regresar a las 11 durmiendo es uno de los recuerdos que me humedecen
los ojos. Ese viaje culinario terminaba con
la visita a a la librería Época en Belén al costado de la plaza San Martin.
La compra de revistas libros
terminaba nuestro domingo, yo intentaba leer en la oscuridad del regreso y ni bien
llegaba a casa me ponía a leer los libros o revistas compradas.
Esa fue la gran pasión y
entretenimiento la lectura compraba
libros que se se iban haciendo una gran
biblioteca, conservaba además sus libros de juventud de universidad, se definía como bibliómano y bibliófilo.
Nunca le falto un libro de pediatría o literatura en su maletón.
Los domingos antes de salir a jugar
fulbito teníamos que haber trabajado con él en su taller de carpintería y
electricidad era el desgaste físico que requería y le quitaba el stress.
Conoció en el hospital a un
vendedor de libros de segunda, Padilla, se aparecía de vez en cuando por la casa de Chosica con una caja de
libros esperaba que mi papá terminara la
consulta o hubiera un paréntesis y le mostraba y se entretenían conversando y
negociando, al fin casi le compraba toda
la caja se tomaba un café con un pan y se iba.
Más de una vez encontramos libros bellísimos recuerdo uno de animales del futuro, años
después seguí encontrándolo por el ministerio de trabajo con su triciclo lleno
de libros. Era un tipo marginal el Fernando Padilla, no tenia casa vivía encima
de sus libros y la ropa no la lavaba la eliminaba y cambiaba por otra de
segunda, aficionado al trago pasaba los días leyendo, en realidad era un gran
conocedor de literatura, alguna vez salió un largo artículo sobre el en el Comercio.
Mi padre conocía que le había
heredado esa pasión por la lectura, y en su testamento me dejaba la biblioteca, que quedo en la casa
de Chosica y en realidad está a disposición de todos los hermanos. Mucho tiempo
que no la visito, la carretera está
demasiado congestionada y se me hace un mundo ir.
Tenía una muy parca forma de
expresar cariño corporalmente, a lo más te pasaba la mano por la cabeza, nos
educamos sin abrazos ni efusiones, creo que era la educación de la época, pero
su amor era total ,nunca nos faltó nada, el apoyo fue absoluto, siempre estuvo allí,
cuando estando en Ica en la universidad enferme por los desarreglos , me vino a
recoger una madrugada que estaba con afiebrado y un diagnóstico de enfermedad
pulmonar, con su amigo chofer confidente
incondicional Don Sócrates Chirinos , que será motivo de una crónica especial, lo queríamos tanto .
Una frase que siempre la tenía
para los momentos de dificultad, pues lo operaron tres veces y mientras se
recuperaba no había consultorio y hoy sé que era el mayor ingreso que tenía, solo quedaba el sueldo del hospital, que sin pasar penurias, siempre
había un bajón en la economía de casa. O
a veces al consultorio no venían muchos pacientes y no siempre era parejo y salía y decía con mucha filosofía:
DIOS PROOVERA
Se me quedo grabado como un mantra
para los momentos difíciles.
Hoy cuando cabalística mente pase
la edad en la que él murió , revisando lo que queda de la tarde, tuve una
herencia valiosísima un ejemplo de trabajo y dedicación a su familia, un dicho
DIOS PROOVERA, una muy reservada ayuda al desvalido ,durante mucho tiempo ayudo
al hogar San Pedro de niños huérfanos de
unos padres canadienses en Ricardo Palma, mi hermano Juan que siguió sus pasos
y heredo ser medico también participo de Hogar , hay una anécdota familiar que nos mostró su
desprendimiento que creo queda en las cuatro paredes de la casa , el valor y el placer de la lectura y la
música clásica con eso me quede y he pasado la vida y fue la gran herencia que
me dejo.
Ica. 20 de JUNIO.
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abur
chejo
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chejo
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