miércoles, 20 de junio de 2018

mi viejo


                                           LA HERENCIA PATERNA.
                                                                         
Nuestro, padre Don Sergio Vicente Alzamora Bernuy,  fue médico pediatra. Somos seis hermanos, y el recuerdo de la primera casa fue en Chosica jirón Callao  numero 336 frente a un parque inmenso lleno de ficus,  los juegos infantiles estaban cruzando la pista.

La casa de los cisnes, así se le conocía, en realidad un conjunto de tres casas con tres estatuas de yeso  de cisnes cada uno en la entrada de cada casa.

Mi padre llegaba de su trabajo en el Hospital del Niño desde Lima , en un Mercury de los cincuentas ,blanco y plomo,  en las tardes trabajaba en su consultorio, la casa tenia entrada con gradas  de mármol, y unas rejas de madera pintadas de verde, una pergolita central con una banca de mármol . por la izquierda  iba de frente a la sala de espera y al consultorio. Colindaba con la casa de los Velásquez, a la derecha era la entrada a casa pegado  había un pasadizo cubierto por enredaderas de caiguas,  a manera e entrada del personal que daba  la cocina.


 Rodeando la pérgola dos jardines el de la derecha en una planta de romero.  Se subía por unas gradas a un hall  sala y de allí al  comedor, era una casa muy antigua.

La entrada  estaba protegido por un techo de esteras para evitar el sol, una vez hubo un corto  circuito y  se prendió  techo. Era la hora de almuerzo y felizmente pasaba un policía que ayudo a apagar el conato de incendio, la comisaria estaba en la cuadra siguiente.

Los cuartos eran amplios y de techos altos, en el dormitorio dormíamos los cuatro hermanos y aun así era grande.

Tenía muebles antiguos una  había  uno de cedro y  de mármol gris donde se ponía el nacimiento en Diciembre,  había un closet tan grande que entrabamos los cuatro hermanos.

Detrás de la cocina había un patio como un gallinero donde no faltaban aves y pavos los fines de año, más atrás tres cuartos que me daban miedo. Vivíamos allí con mi tío Jorge Oneto, hermano de mi madre conversador nato. Alto pelado con un porte de conde  extraditado, pobre de bolsillos y millonario de cariño.

Los techos altos protegidos con calamina, en los veranos las lluvias los   hacían retumbar además vivíamos a dos cuadras de río que escuchábamos rugir con temor, y el olor a tierra mojada se mezclaba con el barro de los huaycos q bajaba con el rio. Más atrás el ferrocarril y los pitos de las nueve de la noche del tren que llegaba de la sierra, y en las mañanas el que subían de Lima.

Sentarse en las gradas por las tardes  a cambiar revistas con los otros niños del barrio, o salir en bicicleta,  cruzar la pista a los juegos hasta el atardecer.

Apenas se veía la televisión que no tenía muchos años el canal cuatro y casi nada el trece. La radio que nos despertaban era radio Victoria con una trompeta como de cuartel militar. Y el grito LEVANTARSE MUCHACHOS y  lustrarse los zapatos con Nuget el betún.

 Vivimos allí desde que tenía cuatro llegado del sur años hasta los 9 aproximadamente, cuando nos mudamos a dos cuadras al jirón Chiclayo 352, al costado de la municipalidad, y frente a la Iglesia.

Una casa inmensa de paredes rojas, estilo californiano     de estreno el dueño el señor. Zegarra Ballón se la vendió a mis padres que quedo endeudado por el 67 hasta el 86 que se jubiló y gracias al gobierno de Alan García la deuda pendiente quedo reducida a menos de un sol.

El jirón Chiclayo cuadra tres  tenía solo dos casas la nuestra y la de los Bresani, el padre  fue alcalde y eran unos gringos simpáticos. Al frente estaba la iglesia y la parte lateral del colegio de los padres agustinos Santa Rosa  y colindante con muestra casa la casa municipal  edificio original de 1880 .la casa tiene todavía  al fondo  una parte muy antigua de adobe del siglo XIX como una ranchería,  5 habitaciones lavandería y un baño. Separada por un muro bajo.

Los vecinos de ese entonces descendientes de Don Víctor Andrés Belaunde se iban a quejar   de los ruidos y risas que provenían de esa parte de la casa por las noches, pero allí no había nadie, en esa casa siempre ocurrieron cosas raras pero eso se los contare otro día.

Chosica era un pueblo chico, bucólico, donde la ciudad se resguardaba temprano a las nueve la ciudad descansaba.

De esa época tengo   recuerdos de mi padre,  en la casa antigua, los domingos  cuando tendría unos 7  años al terminar el desayuno me sentaba a escuchar música clásica, y a leer las biografías de los músicos y compositores, Una de las pasiones del viejo era la música clásica tenía muchos discos, y la música criolla, por allí tangos  jamás de los jamases la cumbia, lo tropical, ni el rock, la música instrumental de las grandes orquestas era  otro de sus gustos. Esa es la  primera gran herencia que tengo de él.

Otra de sus pasiones era la comida que no la herede, básicamente era un carnívoro que no concebia la comida sin carne, los huevos fritos  los chicharrones  el jamón del país la salchicha de Huacho a donde íbamos expresamente a comprarla donde tenía su caserita y los aun presentes tamales domingueros donde su casera  que hoy le  compro a la hija.

Era su pasión nos llevo a todos sus huariques en Lima al chinito en el jirón Chancay a una cuadra de la Colmena por la universidad Villarreal, el Cordano detrás  de palacio , uno cerca al teatro Municipal en una esquina el Carbone.

Mi padre nunca fue a comprar al mercado de Chosica , era muy chosicano pero era más médico, y su concepto era que los médicos no podían mezclarse con los otros, ni emborracharse, el viejo era abstemio consuetudinario bueno eso tampoco lo herede  ,el prestigio de su profesión consistía además de sus conocimientos que incrementa permanentemente, en un comportamiento intachable , nunca mal vestido ni informal, nunca sin afeitarse, un comportamiento serio,   muy pocas veces se salía de libreto, un mal habito que compartió con su hermano y su padre fue el tabaco  al final fumaba en pipa y el recuerdo del aromático olor me queda , poco tiempo lo acompañe de fumador , creo que dejar de fumar es uno de mis logros.

Una pasión que tenía eran los pastores alemanes, el primero que tuvimos fue Rinti, por rintintin el de la serie de la tele,  después  vendría Pelusa que tuvo muchas crías y se moría de miedo con las coheterías de las fiestas de las cruces y los años nuevos ,una vez se cayó de la azotea y tuvo un accidente. El ultimo que recuerdo era un pastor precioso que se llamaba Boris de Luna Fuenzalida y algo más en alemán Von algo así.  Tenía peligre y le había costado una fortuna. Varias veces tuvimos crías de pastorcitos. A mí eso de criar perros como que no me gustaba mucho, a mi hermano Jorge y hermanas creo que sí.

En otra oportunidad le dio por criar conejos creo que llegamos a tener más de cien y mi hermano los cuidaba él es médico veterinario y también se los comía.

Una costumbre  que tenía era hacer compras solo, en los supermercados en Lima donde era anónimo, los sábados en especial llegaba con el Chevrolet celeste y después con el Ford amarillo de ocho cilindros, con la maletera repleta de comida, repleta, no cabía nada más, carnes y quesos eran gran parte de lo que compraba  lo recibíamos y todos lo ayudábamos abajar las muchas bolsas. Incluso compraba cosas para una de sus hermanas .dar y ver comer a su familia fue unos de sus placeres, llevarnos a chifas y parrilladas los domingos constituí una tradición, salir de Chosica  los domingos por la tarde rumbo a Lima a comer, a Paruro, Capón, o al centro a alguna parrilla argentina. Regresar a las 11 durmiendo es uno de los recuerdos que me humedecen los ojos. Ese viaje culinario terminaba con  la visita a a la librería Época en Belén al costado de la plaza  San Martin.

La compra de revistas libros terminaba nuestro domingo, yo intentaba leer en la oscuridad del regreso y ni bien llegaba a casa me ponía a leer los libros o revistas compradas.

Esa fue la gran pasión y entretenimiento la lectura  compraba libros  que se se iban haciendo una gran biblioteca, conservaba además sus libros de juventud  de universidad, se definía como bibliómano y bibliófilo. Nunca le falto un libro de pediatría o literatura en su maletón.

Los domingos antes de salir a jugar fulbito teníamos que haber trabajado con él en su taller de carpintería y electricidad era el desgaste físico que requería y le quitaba el stress.

Conoció en el hospital a un vendedor de libros de segunda, Padilla, se aparecía de vez en cuando  por la casa de Chosica con una caja de libros  esperaba que mi papá terminara la consulta o hubiera un paréntesis y le mostraba y se entretenían conversando y negociando, al fin  casi le compraba toda la caja se tomaba un café con un pan y se iba.

 Más de una vez encontramos libros bellísimos  recuerdo uno de animales del futuro, años después seguí encontrándolo por el ministerio de trabajo con su triciclo lleno de libros. Era un tipo marginal el Fernando Padilla, no tenia casa vivía encima de sus libros y la ropa no la lavaba la eliminaba y cambiaba por otra de segunda, aficionado al trago pasaba los días leyendo, en realidad era un gran conocedor de literatura, alguna vez salió un largo artículo sobre el en el Comercio.

Mi padre conocía que le había heredado esa pasión por la lectura, y en su testamento  me dejaba la biblioteca, que quedo en la casa de Chosica y en realidad está a disposición de todos los hermanos. Mucho tiempo que no la visito, la carretera  está demasiado congestionada y se me hace un mundo ir.
Tenía una muy parca forma de expresar cariño corporalmente, a lo más te pasaba la mano por la cabeza, nos educamos sin abrazos ni efusiones, creo que era la educación de la época, pero su amor era total ,nunca nos faltó nada, el apoyo fue absoluto, siempre estuvo allí, cuando estando en Ica en la universidad  enferme por los desarreglos , me vino a recoger una madrugada que estaba con  afiebrado y un diagnóstico de enfermedad pulmonar, con su amigo  chofer confidente incondicional Don Sócrates Chirinos , que será motivo de una crónica especial,  lo queríamos tanto .

Una frase que siempre la tenía para los momentos de dificultad, pues lo operaron tres veces y mientras se recuperaba no había consultorio y hoy sé que era el mayor ingreso que tenía,  solo quedaba el sueldo  del hospital, que sin pasar penurias, siempre había un bajón en la economía de casa.  O a veces al consultorio no venían muchos pacientes y no siempre era parejo  y salía y decía con mucha filosofía:           
                                                     DIOS PROOVERA
Se me quedo grabado como un mantra para los momentos difíciles.

Hoy cuando cabalística mente pase la edad en la que él murió , revisando lo que queda de la tarde, tuve una herencia valiosísima un ejemplo de trabajo y dedicación a su familia, un dicho DIOS PROOVERA, una muy reservada ayuda al desvalido ,durante mucho tiempo ayudo al hogar San Pedro  de niños huérfanos de unos padres canadienses en Ricardo Palma, mi hermano Juan que siguió sus pasos y heredo ser medico también participo de Hogar ,  hay una anécdota familiar que nos mostró su desprendimiento que creo queda en las cuatro paredes de la casa ,  el valor y el placer de la lectura y la música clásica con eso me quede y he pasado la vida y fue la gran herencia que me dejo.

Ica. 20 de JUNIO.


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abur

chejo


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