miércoles, 11 de abril de 2018

LA COPA la infancia aprendiendo a perder


                                                            LA COPA

                                                    Aprendiendo a perder.                                                         

                                                    




Solo después de la primera derrota entiendes el futbol,
así es en la vida así es en amor
Plautus chejonio
XXI DC

Año 1964 Chosica, tenia diez años y el pueblo  todavía era un pueblo. El futbol ocupaba todos mis pensamientos,   veía a los mayores del barrio darle a la pelota las tardes, en la pista o en el parque,  el pasamanos era un arco y el otro un par enormes ficus. Más atrás  la carretera central.

Salía a jugar,  un rato me dejaban entrar al arco, así de a poco me integre a los peloteros del barrio, mis habilidades con la pelota eran ciertamente pocas, bueno hasta hoy, aunque algo aprendí  y mucho disfrute en estos cincuenta años tras la pelota pero amigos hice por todo el pueblo.

Vivía a media cuadra del parque en una calle con pocas casas, , tres , la de los Bresani conocida como la casa de la bruja por una veleta en el techo,  la nuestra y la de los Ponce, eran pocas porque al frente está la iglesia y la parte posterior del colegio Santa Rosa, y al costado la Municipalidad.  Una calle llena de árboles inmensos. Muchos partidos en la infancia, fueron en esa pista, el jardín y las veredas, cuando no había mucha gente, dos contra dos a lo ancho los arboles los arcos, la pista al medio los goles después de la línea de la pista. La cancha alternativa los sábados era a la vuelta el legendario jirón Cuzco, no pasaban carros se podía jugar tranquilo, entre las  casonas y el colegio.

Tres cuadras más a la derecha entre Iquitos y Chucuito había otra tremenda banda de futbolistas callejeros  muy buenos, a veces alternábamos, con ellos. Y luego la cancha oficial cuando los curas se democratizaron, la canchita de fulbito del Santa Rosa, con arcos de metal y todo. Había que ir  pedir permiso, éramos del barrio pero casi nadie estudiaba en el.

Tremendos partidos entre otros con los Cavallini, Propietarios de una carpa de circo en la avenida Lima, carretera central, al lado del colegio Santa Rita en un pampón que Debió haber sido una casa destruida, llegaba en julio y se queda algunos meses hasta que un día se quedo años  y en las noches de fin de semana traían espectáculos de strip tease lleno completo en el pueblo, recuerdo a Antuco con prismáticos en la primera fila, se acabó cuando la parroquia protesto. Los hermanos Cavallini tenían entre ellos payasos saltimbanquis y hombres forzudos, ahora que lo veo podría haber sido una película de Fellini .

Allí recibíamos de locales a los amigos de otros barrios entre otros a los de San Fernando Alto de vez cuando, a los de 28 de Julio la zona comercial allí si había los grandes peloteros sede del club Independiente, emblema del futbol pueblerino y el Apurímac por el nombre de la calle. Buenos tiempos.

Mi entusiasmo era grande y salía a jugar casi todos los días que se podía pero los fines de semana era solo eso, futbol en la calle, con Checho  y Jaime mis hermanos, la gente de jirón Callao y alrededores.

Otro de los equipos del barrio más experimentado esos años incluía a los Paneton, apellidaban González pero así les decían, los Paneton.  Jugábamos de vez en cuando y existía cierta rivalidad.
Por ese tiempo mi tío Asunción fue a vivir,  un tremendo caserón en la de esquina del jirón Trujillo y Callao  al costado de la comisaria, hoy es una iglesia evangélica, casa de comienzos del siglo veinte inmensa, con techos altísimos de dos aguas, dos jardines laterales del tamaño de canchas de fulbito, comenzamos a ir a jugar allí, lindas las canchitas, con pasto, detrás de una de ellas crecían inmensos bambús. Por ese entonces fundamos un clubcito años después el Milán. Había varios hijos de migrantes italianos.

Pero  yo tenía diez años y solo quería jugar futbol, tenía mi pelota,   mis amigos, mi casa era grande pero no tanto y allí con mis hermanos le dábamos duro a la pelota hasta pelar el jardín por ese tiempo había un chico que trabajaba en la casa un poco mayor  Jesús, con el jugábamos hasta que se podía.
Un día a los amigos del barrio se nos ocurrió decirles al equipo de los Paneton jugar un partido  fuimos madurando la idea, y me encargaron  ir a pedir permiso a  mi tío para que nos preste la cancha jardín estadio. Mi tío no jugaba ni le gustaba el futbol él era farmacéutico y le iba más  por las matemáticas , la música y era radio aficionado OAX Villa del Sol trasmitiendo en onda corta, tenía una antena en su casa de cuatro pisos pero nos apoyaba. Tenía su farmacia y mi abuelo la suya desde 1934   esa es otra historia, también estaban mis primos que tenían muchas habilidades pero no para el futbol y su padre Don Tito casado con la hermana de mi padre  , tremendo deportista automovilista entre otras habilidades que también trabajaba en el negocio familiar.

 Parece que además de no jugar tan bien al futbol tenia cualidades de negociador o diplomáticas así que con Checho pactamos el partido ,  y fuimos a pedir la cancha , la que sin mayor problema nos las presto ,durante años jugamos allí y fuimos inmensamente felices. A veces la hacía de arquero el pastito permitía las voladas, -soy Bazán- decía, como el arquero de Alianza Lima de esa época.
Al pactar el partido, la pregunta que nos hicieron y nosotros ignorábamos que así fuera, íbamos aprendiendo.

¿Bueno a que jugamos?
Nos miramos   ni sabíamos  que jugaríamos.

¿El equipo que gana es campeón?

 –No pes hijito- o algo así debieron decirnos  -¿Qué apostamos? –
Apostar, ni idea, nunca habíamos jugado un partido  de competencia oficial.
 – No sé, ustedes dirán ¿qué apostamos?- pregunte en mi inocencia, dando a entender algo  así, como que   algo sabíamos.
-Una Copa – dijo

 Tito, era el mayor de tres hermanos rivales.
 –Ya una copa – le contesto Checho
Y nos fuimos contentos.

Una copa, -yo he visto que en el Bazar  Antiguo venden -dijo Javier que jugaba para nosotros y lo hacía bien  .Ni idea de copas y trofeos, fuimos una delegación a ver copas , y había de diferentes tamaños y precios. Vimos una que costaba como 30 soles. La más chica para más no teníamos.
Fuimos a negociar ¿Copa de cuánto?  Quedamos en la de 30.
La verdad yo tenía diez años y la mayoría de mi equipo no más de 13,  y plata no teníamos  ¿Qué hacer?   Checho el mayor mas chato y más vivo, dijo
-hay que pedirle a tu papá que no las done- lo hacemos padrino.
Otra vez me encargaron hacer la solicitud seria por que vieron en mis dotes de diplomático más que
de futbolista, mi padre era médico  y había pocos doctores en el pueblo.

Checho alguna vez me conto que siendo recién nacido le detecto un problema cardiaco que lo trataron en el hospital del niño y le salvaron la vida pero lo dejo bajito.

Mi padre era de la U  y yo de la Alianza, hoy con los años creo que hubo un trasfondo psicoanalítico freudiano  por allí.   Nos donó la Copa, linda era con su cinta con la bandera peruana. Una semana antes ya no podía dormir soñando con el partido, mi mamá me compro unas medias de futbolista  con los colores rojo y blanco, alguien le dijo había que comprar unas ligas gruesas para que no se cayeran.

 Llego el día  jueves por la tarde a las cuatro, fuimos a la cancha , yo era un manojo de nervios, estábamos allí a las tres y treinta  pero algo que no había imaginado  estaba sucediendo, había tres chicos en mi equipo que no conocía ,es que tenemos que reforzarnos me explicaron,  y primer golpe al corazón , no me ponían de titular, un nudo en la garganta , los ojos mojados y no puedes llorar, pero yo, se suponía que tenía que jugar , yo lo había planeado , me había comprado mis medias de futbolista.

Termino el primer tiempo, íbamos perdiendo y las dos copas allí en una mesita al lado del campo, ya me tocaba entrar, y no me ponian  los más grandes hablaban entre ellos y no me daban bola, la canchita estaba llena de gente del barrio, y el partido por terminar.  
Me parecía totalmente injusto no haber jugado, aunque hubiera perdido, total yo  había conseguido la cancha,  yo había conseguido la copa, una decepción, una frustración, rabia, molesto con mis amigos que no me habían puesto, era delantero se suponía.

En eso en mi cabeza de niño, con la mirada perdida, viendo mis medias de futbolista , sentado al borde de la cancha cerca de la mesa, vi las copas, los trofeos .

Esa copa era mía, total mi papá la compro, fueron cosa de segundos tomar la  decisión cogí la copa  la copa nuestra, mí copa y me escurrí, mientras la gente veía el final del partido comenzó a caminar rápido con la copa debajo de mi camiseta limpiecita, rumbo a la puerta, casi llegando a la puerta alguien se percata de mi hurto y gritó.

 – ¡se está llevando la copa! –

 Escuche el grito y comenzó a correr con todo lo que me daban las piernas, con el corazón a mil por hora, mi casa está a dos cuadras y media, tras mío un montón de gente persiguiéndome gritando, no entendía nada  yo solo corría con mi copa.

Jugadores hinchas rivales  detrás mío, les había sacado media cuadra de ventaja, al llegar a la esquina doble y llegue a casa toque el timbre desesperadamente y me abrieron y la gente ya casi casi encima, cerré la puerta  y me metí al baño.}

Encerrado, con los ojos cerrados con la copa entre mis manos, tomando conciencia de lo que había hecho, la vergüenza comenzó a reclamar su espacio, escuchaba los gritos, y mi padre que les hablaba, se hizo el silencio y tocaron la puerta, era mi padre.

–Tienes que devolver la copa hijo- me dijo. Abrí  la puerta pálida le di la copa
- dásela - musite.
–no , tú tienes que hacerlo. Yo te acompaño les pides disculpas – me dijo tranquilo sin levantar la voz, sereno tranquilo, con la autoridad del padre, del hombre mayor, del que sabe. No me quedo otra.
Salí con la copa caída en la mano, con su banderita peruana en un lacito. Se hizo un silencio   me acerque cabizbajo  y les dije apenas audible perdón.

Un grito de exclamación salió de la multitud en la puerta de mi casa.

Ese verano no volví a salir a jugar futbol, me puse a leer con desesperación.
 








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