LA COPA
Aprendiendo a perder.
Solo después de la primera
derrota entiendes el futbol,
así es en la vida así es en amor
Plautus chejonio
XXI DC
Año 1964 Chosica, tenia diez años
y el pueblo todavía era un pueblo. El
futbol ocupaba todos mis pensamientos,
veía a los mayores del barrio darle a la pelota las tardes, en la pista
o en el parque, el pasamanos era un arco
y el otro un par enormes ficus. Más atrás la carretera central.
Salía a jugar, un rato me dejaban entrar al arco, así de a
poco me integre a los peloteros del barrio, mis habilidades con la pelota eran
ciertamente pocas, bueno hasta hoy, aunque algo aprendí y mucho disfrute en estos cincuenta años tras
la pelota pero amigos hice por todo el pueblo.
Vivía a media cuadra del parque
en una calle con pocas casas, , tres , la de los Bresani conocida como la casa
de la bruja por una veleta en el techo,
la nuestra y la de los Ponce, eran pocas porque al frente está la
iglesia y la parte posterior del colegio Santa Rosa, y al costado la
Municipalidad. Una calle llena de árboles
inmensos. Muchos partidos en la infancia, fueron en esa pista, el jardín y las
veredas, cuando no había mucha gente, dos contra dos a lo ancho los arboles los
arcos, la pista al medio los goles después de la línea de la pista. La cancha
alternativa los sábados era a la vuelta el legendario jirón Cuzco, no pasaban
carros se podía jugar tranquilo, entre las casonas y el colegio.
Tres cuadras más a la derecha
entre Iquitos y Chucuito había otra tremenda banda de futbolistas callejeros muy buenos, a veces alternábamos, con ellos. Y
luego la cancha oficial cuando los curas se democratizaron, la canchita de
fulbito del Santa Rosa, con arcos de metal y todo. Había que ir pedir permiso, éramos del barrio pero casi
nadie estudiaba en el.
Tremendos partidos entre otros
con los Cavallini, Propietarios de una carpa de circo en la avenida Lima,
carretera central, al lado del colegio Santa Rita en un pampón que Debió haber
sido una casa destruida, llegaba en julio y se queda algunos meses hasta que un
día se quedo años y en las noches de fin
de semana traían espectáculos de strip tease lleno completo en el pueblo,
recuerdo a Antuco con prismáticos en la primera fila, se acabó cuando la
parroquia protesto. Los hermanos Cavallini tenían entre ellos payasos
saltimbanquis y hombres forzudos, ahora que lo veo podría haber sido una
película de Fellini .
Allí recibíamos de locales a los
amigos de otros barrios entre otros a los de San Fernando Alto de vez cuando, a
los de 28 de Julio la zona comercial allí si había los grandes peloteros sede
del club Independiente, emblema del futbol pueblerino y el Apurímac por el
nombre de la calle. Buenos tiempos.
Mi entusiasmo era grande y salía
a jugar casi todos los días que se podía pero los fines de semana era solo eso,
futbol en la calle, con Checho y Jaime
mis hermanos, la gente de jirón Callao y alrededores.
Otro de los equipos del barrio más
experimentado esos años incluía a los Paneton, apellidaban González pero así
les decían, los Paneton. Jugábamos de
vez en cuando y existía cierta rivalidad.
Por ese tiempo mi tío Asunción fue
a vivir, un tremendo caserón en la de
esquina del jirón Trujillo y Callao al
costado de la comisaria, hoy es una iglesia evangélica, casa de comienzos del
siglo veinte inmensa, con techos altísimos de dos aguas, dos jardines laterales
del tamaño de canchas de fulbito, comenzamos a ir a jugar allí, lindas las canchitas,
con pasto, detrás de una de ellas crecían inmensos bambús. Por ese entonces fundamos
un clubcito años después el Milán. Había varios hijos de migrantes italianos.
Pero yo tenía diez años y solo quería jugar futbol, tenía mi pelota, mis amigos, mi casa era grande pero no tanto y allí con mis hermanos le dábamos duro a la pelota hasta pelar el jardín por ese tiempo había un chico que trabajaba en la casa un poco mayor Jesús, con el jugábamos hasta que se podía.
Un día a los amigos del barrio se
nos ocurrió decirles al equipo de los Paneton jugar un partido fuimos madurando la idea, y me encargaron ir a pedir permiso a mi tío para que nos preste la cancha jardín
estadio. Mi tío no jugaba ni le gustaba el futbol él era farmacéutico y le iba más por las matemáticas , la música y era radio
aficionado OAX Villa del Sol trasmitiendo en onda corta, tenía una antena en su
casa de cuatro pisos pero nos apoyaba. Tenía su farmacia y mi abuelo la suya
desde 1934 esa es otra historia,
también estaban mis primos que tenían muchas habilidades pero no para el futbol
y su padre Don Tito casado con la hermana de mi padre , tremendo deportista automovilista entre
otras habilidades que también trabajaba en el negocio familiar.
Parece que además de no jugar tan bien al futbol tenia cualidades de negociador o diplomáticas así que con Checho pactamos el partido , y fuimos a pedir la cancha , la que sin mayor problema nos las presto ,durante años jugamos allí y fuimos inmensamente felices. A veces la hacía de arquero el pastito permitía las voladas, -soy Bazán- decía, como el arquero de Alianza Lima de esa época.
Al pactar el partido, la pregunta
que nos hicieron y nosotros ignorábamos que así fuera, íbamos aprendiendo.
¿Bueno a que jugamos?
Nos miramos ni
sabíamos que jugaríamos.
¿El equipo que gana es campeón?
–No pes hijito- o algo así debieron
decirnos -¿Qué apostamos? –
Apostar, ni idea, nunca habíamos
jugado un partido de competencia oficial.
– No sé, ustedes dirán ¿qué apostamos?-
pregunte en mi inocencia, dando a entender algo
así, como que algo sabíamos.
-Una Copa – dijo
Tito, era el mayor de tres hermanos rivales.
Tito, era el mayor de tres hermanos rivales.
–Ya una copa – le contesto Checho
Y nos fuimos contentos.
Una copa, -yo he visto que en el
Bazar Antiguo venden -dijo Javier que
jugaba para nosotros y lo hacía bien .Ni
idea de copas y trofeos, fuimos una delegación a ver copas , y había de
diferentes tamaños y precios. Vimos una que costaba como 30 soles. La más chica
para más no teníamos.
Fuimos a negociar ¿Copa de cuánto?
Quedamos en la de 30.
La verdad yo tenía diez años y la
mayoría de mi equipo no más de 13, y
plata no teníamos ¿Qué hacer? Checho
el mayor mas chato y más vivo, dijo
-hay que pedirle a tu papá que no
las done- lo hacemos padrino.
Otra vez me encargaron hacer la
solicitud seria por que vieron en mis dotes de diplomático más que
de futbolista, mi padre era médico y había pocos doctores en el pueblo.
de futbolista, mi padre era médico y había pocos doctores en el pueblo.
Checho alguna vez me conto que
siendo recién nacido le detecto un problema cardiaco que lo trataron en el
hospital del niño y le salvaron la vida pero lo dejo bajito.
Mi padre era de la U y yo de la Alianza, hoy con los años creo que
hubo un trasfondo psicoanalítico freudiano
por allí. Nos donó la Copa, linda era con su cinta con
la bandera peruana. Una semana antes ya no podía dormir soñando con el partido,
mi mamá me compro unas medias de futbolista con los colores rojo y blanco, alguien le dijo
había que comprar unas ligas gruesas para que no se cayeran.
Llego el día jueves por la tarde a las cuatro, fuimos a la
cancha , yo era un manojo de nervios, estábamos allí a las tres y treinta pero algo que no había imaginado estaba sucediendo, había tres chicos en mi
equipo que no conocía ,es que tenemos que reforzarnos me explicaron, y primer golpe al corazón , no me ponían de
titular, un nudo en la garganta , los ojos mojados y no puedes llorar, pero yo,
se suponía que tenía que jugar , yo lo había planeado , me había comprado mis
medias de futbolista.
Termino el primer tiempo, íbamos
perdiendo y las dos copas allí en una mesita al lado del campo, ya me tocaba entrar,
y no me ponian los más grandes hablaban
entre ellos y no me daban bola, la canchita estaba llena de gente del barrio, y
el partido por terminar.
Me parecía totalmente injusto no
haber jugado, aunque hubiera perdido, total yo
había conseguido la cancha, yo
había conseguido la copa, una decepción, una frustración, rabia, molesto con
mis amigos que no me habían puesto, era delantero se suponía.
En eso en mi cabeza de niño, con
la mirada perdida, viendo mis medias de futbolista , sentado al borde de la
cancha cerca de la mesa, vi las copas, los trofeos .
Esa copa era mía, total mi papá
la compro, fueron cosa de segundos tomar la decisión cogí la copa la copa nuestra, mí copa y me escurrí,
mientras la gente veía el final del partido comenzó a caminar rápido con la
copa debajo de mi camiseta limpiecita, rumbo a la puerta, casi llegando a la
puerta alguien se percata de mi hurto y gritó.
– ¡se está llevando la copa! –
Escuche el grito y comenzó a correr con todo
lo que me daban las piernas, con el corazón a mil por hora, mi casa está a dos
cuadras y media, tras mío un montón de gente persiguiéndome gritando, no entendía
nada yo solo corría con mi copa.
Jugadores hinchas rivales detrás mío, les había sacado media cuadra de
ventaja, al llegar a la esquina doble y llegue a casa toque el timbre
desesperadamente y me abrieron y la gente ya casi casi encima, cerré la
puerta y me metí al baño.}
Encerrado, con los ojos cerrados
con la copa entre mis manos, tomando conciencia de lo que había hecho, la
vergüenza comenzó a reclamar su espacio, escuchaba los gritos, y mi padre que
les hablaba, se hizo el silencio y tocaron la puerta, era mi padre.
–Tienes que devolver la copa
hijo- me dijo. Abrí la puerta pálida le
di la copa
- dásela - musite.
–no , tú tienes que hacerlo. Yo
te acompaño les pides disculpas – me dijo tranquilo sin levantar la voz, sereno
tranquilo, con la autoridad del padre, del hombre mayor, del que sabe. No me
quedo otra.
Salí con la copa caída en la mano,
con su banderita peruana en un lacito. Se hizo un silencio me acerque cabizbajo y les dije apenas audible perdón.
Un grito de exclamación salió de
la multitud en la puerta de mi casa.
Ese verano no volví a salir a
jugar futbol, me puse a leer con desesperación.
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