Esa noche no me mataron porque Dios es grande. Era Agosto de 1988 regresábamos de patrullar la carretera a Huanta, dos porta tropas, dos jeps total 40 hombres,
un mayor dos capitanes uno era yo, dos tenientes y la tropa. A la
caravana se habían sumado tres colectivos.
Terminaba la tarde la temperatura bajaba rápido, todavía estaba claro
pero la sombra crecía, íbamos camino a salir
del valle, la ondulante vía de
subida serpenteaba entre eucaliptos, y los sembríos en las laderas, un par de torres derrumbadas y las pintas de
los terrucos algunas borradas y otras recientes, viva el presidente Gonzalo,
viva la guerra popular. Nos recuerdan que nos observan y debíamos estar
alertas.
Han pasado veinticinco
años y hoy en el retiro , tengo las
imágenes vivas de los sucesos, y la mezcla de sentimientos me escarapela la piel, no me mataron por mi ángel
de la guarda, al que no le rece esa noche larguísima, una noche que no terminaba, acababa de cumplir 33 años , y la lucha contra los
terrucos nos habían envejecido ,endurecido,
compañeros muertos , ver hombres mujeres niños asesinados , haber matado
, el miedo , la furia, la pena, el
arrepentimiento eran un solo sentimiento indescriptible, que he tratado de olvidar ,enterrar, pero salían como alimañas , gusanos , larvas en
las noches en forma de pesadilla , a pesar de
todos los somníferos calmantes y
explicaciones , justificaciones , terapias cada cierto tiempo salían de sus escondrijos y me torturaban ,con los gritos
las miradas la oscuridad , corriendo siempre corriendo buscando regresar, sin
encontrar el paradero que nos llevara a casa, ciudades oscuras sucias
decrepitas, tomadas por seres desarrapados, piltrafa humanas , sin recordar
donde quedaba el paradero del bus que nos sacara de ese purgatorio.
Un dinamitazo a la
liebre del convoy rompe la tranquila tarde ,
son más de las 5, los carros paran y la tropa sale
en medio de la balacera y mas explosiones,
a cubrirse y tomar las posiciones de defensa , yo voy en el jeep que cierra, veo que el ataque viene de las alturas de
una ladera con eucaliptos y pinos, en una curva en el que volteaba el primer porta tropas.
El ataque parte la caravana. De los colectivos que nos siguen los dos últimos logran dar la vuelta y
retornar pero el que está más cerca queda atascado. La noche comienza, el
lucero del atardecer azul se ve entre
los cerros que hemos dejado atrás, la
balacera es intensa de ambos lados y la penumbra no deja ver al enemigo que se oculta, huele
a pólvora, sudor, miedo.
De repente estoy al
costado del camino con la metralleta
lista. Con dos soldados el chofer y los
ocupantes del colectivo, un hombre menudo mayor que se identifica como el chofer
y suda copiosamente, dos jóvenes de aspecto universitario, una mujer trigueña joven atractiva de jean y zapatillas, acompañada
de un hombre con una cámara son periodistas.
Los chicos
emprenden a la carrera el regreso a la
carrera están lejos de Huanta se alejan
del enfrentamiento, el chofer del colectivo, no sabe qué hacer, quedarse o alejarse, nos comenzamos a reagrupar con los
soldados y los periodistas nos siguen, el tiempo transcurre, sin que lo percibamos, de pronto ya es de noche.
Avanzamos
sigilosamente tratando de unirnos al resto del convoy, que sigue
combatiendo están como a dos cuadras, corremos mientras la balacera sigue los
soldados avanzan rápido con el fotógrafo, me quedo con la chica y el chofer,
una explosión cercana hace que el hombre
mayor ruede por la pendiente al lado de la carretera, rodamos también, estoy
con la chica he perdido la metralleta. Los sacos largos – así se llaman entre
ellos los de sendero luminoso, SL, iniciales de ambos- están cerquita, casi escucho su respiración
agitada, hablan en quechua mezclado con castellano, reconozco una voz, es
limeña así hablan en los barrios de
clase media de Lima es un timbre inconfundible es de un hombre se le nota rápidamente que es mando.
-maten a esos perros - escucho están por allá,
la voz me es familiar.
Nos están buscando el miedo, la tensión aumenta.
Nos quedamos
quietos y a lo lejos se escuchan las
metrallas y balazos aislados, cerca a
unos metros los pasos sobre la hojarasca, tres o cuatro terrucos
dan la vuelta y encuentran al chofer, les ruega en quechua que no lo
maten que es colectivero, parece que uno de ellos lo reconoce
y dice - no lo mates, hay que llevarlo al jefe –
Le preguntan por los demás y dice que no sabe,
que , estaban juntos pero salieron corriendo .
Estamos quietos muy
juntos, le digo que se acerque porque estoy más cubierto, se mueve y hace un
pequeño ruido que escuchan los terrucos,
nos quedamos casi sin respirar y pasan casi por encima nuestro, estamos en una
zanja natural, cubierta de hojas de las que se forman cuando llueve y se forman
pequeñas acequias .
Felizmente, han
pasado de largo, estamos cara a cara con mi brazo izquierdo la abrazo por el
hombro en mi mano derecha mi pistola ella también me abraza por la cintura siento su aliento esta transpirada y caliente, , recién me
percato que yo también estoy con el polo
mojado huele mal, huele a miedo a adrenalina , seguimos callados,
tensos, respirando bajito.
Siento sus pechos y
su respiración que se tranquiliza,
no hay excitación solo miedo nuestra
agitada respiración se coordina y se hace una sola, me viene a la mente en
algún sitio leí que los péndulos en
algún momento de su oscilar sincronizan
sus movimientos automáticamente.
Se reinicia la
balacera cerca y mas explosiones, gritos de dolor y maldiciones en castellano y
quechua nuestros corazones se aceleran y retumban los latidos, la abrazo
fuertemente y ella mete la cabeza en mi pecho, esta temblando una bala me roza ,
siento un intenso dolor en el hombro pero no grito, nos delataría y matarían,
me ha mordido de miedo para no gritar.
Levanta la cabeza,
nos miramos vemos la muerte en nuestros rostros, el instinto de supervivencia,
pensamos que nos llegó la hora , que nos mataran en cualquier momento los últimos minutos como el instante previo
al orgasmo, nos besamos con furia.
Desesperados frente
a lo inevitable, sin más respuesta que
la naturaleza humana nos enlazamos en una lucha cuerpo a cuerpo , comienzo a
levantarle el polo ,y levantar su sostén ella
me desabotona el pantalón yo me lo bajo , ella como que es lo más importante
que puede hacer en la vida , se saca una zapatilla se saca un una manga del
pantalón y queda al descubierto , de pronto estamos haciendo el amor con furia
con miedo, rabia con violencia en silencio . No sabemos cuánto dura, pero me
vuelve a morder , nos
besamos para no gritar. Puede venir la muerte, ahora pueden matarnos, ya no
importa . Olores de la dinamita, a bosque pinos eucaliptos, olor a
hembra a mar, olor a muerte a la pequeña muerte, a ropa sudada.
Nos quedamos dormidos
sin importar lo que ha pasado ni lo que nos puedan hacer.
Despierto , ella
sigue dormida todavía esta oscuro pero todo está en silencio hace mucho frio. El viento sopla entre los
arboles como silbando. Permanecemos
quietos no la despierto, me vuelvo a dormir y sueño, con mis amigos de la
infancia, somos niños en mi barrio pegado al cerro veo la cruz de San José, estamos riendo en una calle oscura.
Me despierto sobresaltado,
unas cuculí han comenzado a cantar, pronto amanecerá el frio es intenso y nosotros
estamos en polo, la despierto despacito, está aclarando recién se me ocurre ver
el reloj son las cinco y cuarto. Ella se incorpora y pudorosamente se aleja, yo me
arrodillo y orino placenteramente sobre la hojarasca.
Regresa, comenzamos a ver y no hay nadie, subimos a la carretera con
cautela y logramos ver el jepp humeando destruido al lado del camino, ya termina el toque de
queda, esperamos un rato en silencio para que aclare.
Ya es de día y
comenzamos a caminar por la carretera rumbo a Ayacucho, caminamos en silencio,
hemos sobrevivido, es lo que importa.
Una patrulla fuertemente armada viene de Ayacucho, han
recogido heridos y dos soldados muertos, los terrucos se han llevado sus bajas,
nos suben en distintos carros, no nos despedimos, solo nos miramos sin comprender que fue lo que paso.
Me doy cuenta que no se su nombre, y
nunca lo sabré.
https://www.youtube.com/watch?v=aafB_jPfQvU FLOR DE RETAMA MAESTRO DOLORIER.
Agosto 2015
Basado en un sueño,
soñé que escribía un cuento. este cuento.
chejo
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