jueves, 8 de marzo de 2018

HUANTA , LA GUERRA.

SERO Y TANATYS  HUANTA 19884




Esa noche no  me mataron porque Dios  es grande. Era Agosto de 1988  regresábamos de patrullar la carretera a  Huanta, dos porta tropas, dos jeps total  40 hombres,  un mayor dos capitanes uno era yo, dos tenientes y la tropa. A la caravana se habían sumado tres colectivos.
Terminaba la tarde  la temperatura bajaba rápido, todavía estaba claro pero la sombra crecía,  íbamos camino a salir del valle, la ondulante vía  de subida  serpenteaba  entre eucaliptos, y los sembríos en las laderas,   un par de torres derrumbadas y las pintas de los terrucos algunas borradas y otras recientes, viva el presidente Gonzalo, viva la guerra popular. Nos recuerdan que nos observan y debíamos estar alertas.
Han pasado veinticinco años y hoy en el retiro , tengo  las imágenes vivas de los sucesos, y la mezcla de sentimientos me escarapela  la piel, no me mataron  por  mi ángel de la guarda, al que no le rece esa noche larguísima, una noche que no terminaba,  acababa  de cumplir 33 años , y la lucha contra los terrucos nos habían envejecido ,endurecido,  compañeros muertos , ver hombres mujeres niños asesinados , haber matado , el miedo , la furia,  la pena, el arrepentimiento eran un solo sentimiento indescriptible, que he tratado  de olvidar ,enterrar, pero  salían como alimañas , gusanos , larvas en las noches en forma de pesadilla , a pesar de  todos los somníferos calmantes y     explicaciones , justificaciones , terapias  cada cierto tiempo salían de sus  escondrijos y me torturaban ,con los gritos las miradas la oscuridad , corriendo siempre corriendo buscando regresar, sin encontrar el paradero  que nos  llevara a casa, ciudades oscuras sucias decrepitas, tomadas por seres desarrapados, piltrafa humanas , sin recordar donde quedaba el  paradero  del bus que nos sacara de ese  purgatorio.
Un dinamitazo a la liebre del convoy rompe la tranquila tarde ,   son  más de las 5, los carros paran y la tropa sale en medio de la balacera y mas explosiones,  a cubrirse y tomar las posiciones de defensa    , yo voy en el jeep que cierra,    veo que el ataque viene de las alturas de una ladera con eucaliptos y pinos,  en  una curva  en el que volteaba  el primer porta tropas.
El ataque  parte  la caravana. De los colectivos que nos siguen  los dos últimos logran dar la vuelta y retornar pero el que está más cerca queda atascado. La noche comienza, el lucero del atardecer azul  se ve entre los cerros que hemos dejado atrás,  la balacera es intensa de ambos lados y la  penumbra   no deja ver al enemigo que se oculta, huele a pólvora, sudor, miedo.
De repente estoy al costado del  camino con la metralleta lista. Con dos soldados el chofer  y los ocupantes del colectivo, un hombre  menudo mayor que se identifica como el chofer y suda copiosamente, dos jóvenes de aspecto universitario,  una mujer trigueña  joven atractiva de jean y zapatillas, acompañada de un hombre con una cámara son periodistas.
Los chicos emprenden a la carrera  el regreso a la carrera están lejos de Huanta  se alejan del enfrentamiento, el chofer del colectivo, no sabe qué hacer, quedarse o  alejarse, nos comenzamos a reagrupar con los soldados y los periodistas nos siguen, el tiempo transcurre, sin que  lo percibamos, de pronto ya es  de noche.

Avanzamos sigilosamente tratando de unirnos al resto del convoy, que sigue combatiendo  están como a dos cuadras,  corremos mientras la balacera sigue los soldados avanzan rápido con el fotógrafo, me quedo con la chica y el chofer, una explosión cercana  hace que el hombre mayor ruede por la pendiente al lado de la carretera, rodamos también, estoy con la chica he perdido la metralleta. Los sacos largos – así se llaman entre ellos los de sendero luminoso, SL, iniciales de ambos-  están cerquita, casi escucho su respiración agitada, hablan en quechua mezclado con castellano, reconozco una voz, es limeña así hablan en  los barrios de clase  media de  Lima es un timbre inconfundible es de un  hombre se le nota rápidamente que es mando.
 -maten a esos perros - escucho están por allá, la voz me es familiar.
 Nos están buscando el miedo, la tensión aumenta.
Nos quedamos quietos y a lo lejos se escuchan  las metrallas y balazos aislados,  cerca a unos metros los pasos sobre la hojarasca, tres o cuatro  terrucos  dan la vuelta y encuentran al chofer, les ruega en quechua que no lo maten que es colectivero, parece que uno de ellos   lo reconoce y dice - no lo mates, hay que llevarlo al jefe –
 Le preguntan por los demás y dice que no sabe, que , estaban juntos pero salieron corriendo .
Estamos quietos muy juntos, le digo que se acerque porque estoy más cubierto, se mueve y hace un pequeño ruido que  escuchan los terrucos, nos quedamos casi sin respirar y pasan casi por encima nuestro, estamos en una zanja natural, cubierta de hojas   de las que se forman cuando llueve y se forman pequeñas acequias .
Felizmente, han pasado de largo, estamos cara a cara con mi brazo izquierdo la abrazo por el hombro en mi mano derecha mi pistola  ella también me abraza por la cintura  siento su aliento  esta transpirada y caliente, , recién me percato que yo también estoy con el polo  mojado huele mal, huele a miedo a adrenalina , seguimos callados, tensos, respirando bajito.
Siento sus pechos y su respiración que se tranquiliza,  no  hay excitación solo miedo nuestra agitada respiración se coordina y se hace una sola, me viene a la mente en algún sitio leí  que los péndulos en algún momento de su oscilar   sincronizan sus movimientos automáticamente.
Se reinicia la balacera cerca y mas explosiones, gritos de dolor y maldiciones en castellano y quechua nuestros corazones se aceleran y retumban los latidos, la abrazo fuertemente y ella mete la cabeza en mi pecho, esta temblando  una bala me roza   , siento un intenso dolor en el hombro pero no grito, nos delataría y matarían, me ha mordido de miedo  para no gritar.
Levanta la cabeza, nos miramos  vemos  la muerte en nuestros rostros, el instinto de supervivencia, pensamos que nos llegó la hora , que nos mataran en cualquier momento  los últimos minutos como el instante previo al orgasmo, nos besamos con furia.
Desesperados frente a lo inevitable,  sin más respuesta que la naturaleza humana nos enlazamos en una lucha cuerpo a cuerpo , comienzo  a  levantarle el polo ,y levantar su sostén    ella me desabotona el pantalón yo me lo bajo , ella como que es lo más importante que puede hacer en la vida , se saca una zapatilla se saca un una manga del pantalón y queda al descubierto , de pronto estamos haciendo el amor con furia con miedo, rabia con violencia en silencio . No sabemos cuánto dura, pero me vuelve a  morder   ,  nos besamos para no gritar. Puede venir la muerte, ahora pueden matarnos, ya no importa . Olores  de la dinamita,            a bosque pinos eucaliptos, olor a hembra a mar, olor a muerte a la pequeña muerte, a ropa sudada.
Nos quedamos dormidos sin importar lo que ha pasado ni lo que nos puedan hacer.
Despierto , ella sigue dormida todavía esta oscuro pero todo está en silencio  hace mucho frio. El viento sopla entre los arboles  como silbando. Permanecemos quietos no la despierto, me vuelvo a dormir y sueño, con mis amigos de la infancia, somos niños  en mi  barrio pegado al cerro  veo la cruz de San José, estamos riendo  en una calle oscura.
Me despierto sobresaltado, unas cuculí han comenzado a cantar, pronto amanecerá el frio es intenso y nosotros estamos en polo, la despierto despacito, está aclarando recién se me ocurre ver el reloj  son las cinco y cuarto. Ella   se incorpora y pudorosamente se aleja, yo me arrodillo  y orino  placenteramente sobre la hojarasca.
 Regresa, comenzamos a ver  y no hay nadie, subimos a la carretera con cautela y logramos ver el jepp humeando destruido  al lado del camino, ya termina el toque de queda, esperamos un rato en silencio para que aclare.
Ya es de día y comenzamos a caminar por la carretera rumbo a Ayacucho, caminamos en silencio, hemos sobrevivido, es lo que importa.
Una patrulla  fuertemente armada viene de Ayacucho, han recogido heridos y dos soldados muertos, los terrucos se han llevado sus bajas, nos suben en distintos carros, no nos despedimos, solo  nos miramos sin comprender que fue lo que paso. Me  doy cuenta que no se su nombre, y nunca lo sabré.

https://www.youtube.com/watch?v=aafB_jPfQvU FLOR DE RETAMA  MAESTRO DOLORIER.

Agosto  2015

Basado en un sueño, soñé que escribía un cuento. este cuento.
chejo
 



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