miércoles, 8 de enero de 2020

ANOCHE SOÑE CON LOS ABUELOS.


ANOCHE SOÑE CON MIS ABUELOS


La que fuera casa de mis abuelos.


Desperté a la 1 de la  mañana  sobresaltado, había estado soñando con mis abuelos, en el tiempo  actual estaban solos , viejísimos con las justas caminaban ,siempre el papi Chejo de saco y corbata y la mamita Angélica con las justas caminaba los llevaba a su casona en el esquina del parque de Chosica, hoy es  la casa de la cultura de la universidad la Cantuta llevaba   a mi abuela  a su cama a acostarse  vivian una con una bisnieta o tataranieta  en el caserón,  la acostaba y cerraba las puertas inmensas largas con sus vidrios pavonados , la casa en semi oscuridad, recordaba mi niñez de pronto mi abuelo me decía que quería cortarse el pelo y que ya no podía ir a la peluquería ,que le dijera que viniera a casa a cortárselo.

El día anterior soñé con mi mamá que estaba molesta o resentida conmigo, llegaba a la casa yo tenía la edad actual, pero ella se mantenía joven, me decía –si quieres come eso – y me mostraba un huevo frito mezclado con arroz cerca de una ventana, yo me iba triste, quería irme a Lima, pero no tenía dinero para el pasaje ni para un hotel. Me hospedaba en el viejo hotel Chosica en el ex jirón Víctor Secada   hoy Arica, cerca de las escaleras que dan a 28 de Julio Chosica baja.

¿Qué interpretación tendrá el sueño, ¿Soñar con seres queridos muertos, cortarse el pelo llevar a la cama, estar sin dinero? En fin, todo esto me llevo a recordar, las navidades que de ley pasábamos en su casa, y las fiestas patrias también. No sé si era una invitación, una vieja costumbre o una orden.

Lo cierto es que el papi Chejo reunía a sus cuatro hijos con sus esposas, esposos y los nietos que íbamos aumentando, la última vez  que fui seria cuando terminaba secundaria, éramos como treinta. 

El abuelo muy formal siembre, serio, de pocas palabras y emociones controladas, de saco y corbata, o su guayabera blanca. La casa inmensa, con paredes muy altas rodeada de jardines con una huerta posterior, muchos cuartos, algunos vacíos y cerrados permanentemente nos llenaban de curiosidad en el fondo de la casa había un parral que daba sombra para los carros podrían entrar tres. Y una edificación de quincha y un segundo piso con una escalera muy parada de maderas resecas por el tiempo y el sol, igual que las puertas sin color donde guardaban cosas viejas, revistas de cuando mi padre había sido niño, juguetes de madera entre ellos un caballito  balancín de madera que solo podíamos ver subidos en un  banquito y por los barrotes encima de la puerta. Era un viaje al pasado al que no podíamos ingresar.

La mamita Angélica se encargaba de los regalos para los nietos, mi abuelo tenía dos farmacias, lo que le permitía a su esposa ciertos gustos y gastos que el permitía, hombre de costumbres austeras, sobrio de vestir, frugal, de licores lo justo, jamás lo vi ebrio, como tampoco a mi padre que era abstemio, a diferencia de este contador de historias. La sala con un gran nacimiento y un mueble grande un tocadiscos telefunken o grundy no recuerdo con un espacio para discos y una puerta curva corrediza. Los muebles cuidados siempre limpios y los cuadros en sepia de los abuelos y los cuatro hijos dos mujeres dos hombres.

Hoy me pongo a pensar que debió ser el vuelo el que ponía la copiosa cena de navidad. mínimo dos canastas de tamales que le traía la casera que vivía por cinco esquinas, cuyo nombre he olvidado que yo seguí comprando ya casado, y mis abuelos ya fallecidos,¿ cuantos serian 30, 40 tamales?, trozos de chicharrón caliente jugoso en fuentes rebosantes que nunca se acababan. Para deleite de todos pero en especial del tío Víctor de muy buen apetito. , chocolate en taza que servían en un inmenso y hermoso tazón de porcelana, mi abuela todo lo tenía de loza o porcelana, tenía cubiertos de plata que no sacaba ,solo para las reuniones muy especiales no cuando estábamos los nietos, el abuelo no le hacía reparos ,hasta donde yo sé, sobre sus compras,  servicios de plata, guardados con llave en muebles del comedor inmenso con 20 sillas alrededor de una mesa que hoy recuerdo preciosa con las patas talladas y las sillas igual serian de caoba u otra madera fina ¿A dónde habrán ido a parar? al menos o  de repente la memoria agranda y exagera. Pero que existían sí que existían. Después de la cena, no recuerdo botellas de vino, si de coca cola inca cola. Venían los abrazos, los cohetes que reventaban los primos y los tíos,  a mí nunca me gustaron los cohetes, creo que les tenía miedo.

Luego venían los regalos de los abuelos cada uno con su nombre en el árbol con luces de colores. Unos contentos otros no tanto, pero, todavía estaban los regalos de los papas que estaban en casa o de papa Noel no recuerdo ya. Así que apresurados después de comer y recibir el regalo de los abuelos queríamos irnos a casa. En una oportunidad dijeron que los tíos regalaran cosas a los sobrinos que éramos muchos, pero la idea resulto un fiasco, las economías no eran parejas y escoger juguetes para 20 sobrinos eran difícil, casi ningún primo quedo contento con el regalo de los tíos. Con nosotros que éramos cuatro hermanos por ese entonces después seriamos seis, vivía el hermano de mi mamá, era soltero, un tipo alto gordo de pelada aristocrática y bolsillos proletarios, tenia pinta de conde y economía más bien plebeya, pero un corazón inmenso, una vez llego disfrazo de papa Noel y  muchos primos los menos se pegaron un susto al ver un tipo de rojo y barba  blanca con sus risotadas jojojojo que asustaban.

Gran tipo mi abuelo de una paciencia oriental, su padre chino vino a trabajar en las haciendas del norte casi como esclavo, trabajador incansable en su farmacia tendría cerca de los 80 y todos los días iba, regresaba después de comprar el pan calientito de las cinco para tomar su lonche con su café hirviendo no sé cómo no se quemaba, un chino flaco que vendía chancho y hablaba muy mal el castellano le dejaba en la farmacia trozos de carne. Que el abuelo pagaba sin preguntar cuanto pesaba. Dotol siendo chino viejo, me decia.

No mostraba su cariño a lo mas te pasaba la mano por la cabeza, como mi padre, cosa que trato de corregir, es importante el abrazo y el afecto físico demostrado.  Mi abuelo erar rotario y pertenecía a una logia masónicas, a las que me invito a participar, pero no era lo mío.

Lindos recuerdos y travesuras me vinieron como recuerdos, después de haber soñado con ellos, creo que este es un pequeño homenaje en especial a Don Sergio Manuel Alzamora Lavado, natural de Huacho, al norte de Lima, químico farmacéutico graduado en 1912, yo tengo su profesión y mi hijo sus dos nombres, de esta su cuarta generación serán 30 bisnietos el único que lleva su nombre es mi hijo.




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