EL CABALLERO VUELVE A VER LA CORDILLERA.
Un niño jugará en una alameda
Y cantará con sus amigos nuevos
Silvio Rodríguez.
Treinta años después regresó, al lugar donde nació, el aire frió le golpeo el rostro y el brillante sol hizo ver como siempre, tan presente la cordillera nevada de su niñez.
Treinta años después regresó, al lugar donde nació, el aire frió le golpeo el rostro y el brillante sol hizo ver como siempre, tan presente la cordillera nevada de su niñez.
Había pasado mucho tiempo desde
su nacimiento, era ya un sexagenario y los recuerdos y sensaciones se mezclaban
en un presente inmóvil. Se puso sentimental siempre tenía presente en cada
viaje que podía ser la última visita.
La ciudad austral, al pie de la
cordillera nevada, lo enterneció y recordó a su madre – soy un viejo
reblandecido- pensó mientras sonreía, y se alzaba el pantalón que le comenzaba
a quedar un poco holgado.
Se alojó en el antiguo barrio de
Bellavista, que daba al centro de la ciudad cruzando un puente sobre el rio Mapocho y cerca a Patronato barrio también antiguo y como a siete cuadras de la Vega el gran mercado de la
ciudad vieja, cerca donde nació , la
comuna de Independencia. En cada viaje se alojaba cerca a los mercados, la fruta local las manzanas,
las peras, se juntaban ahora con una
larga lista de insumos de países vecinos y otros muy lejanos , la
ciudad era un gran lugar de encuentro de tantas naciones.
El rostro de la ciudad había cambiado, los acentos internacionales
eran muchos, el inglés el portugués se mezclaban en un gran crisol de acentos latinos,
con el típico acento al que se habían sumado el caribe venezolano y el creole, el rostro moreno invadía renovando el
panorama, hasta no hace mucho tiempo monocorde.
La ciudad era amable y fácil de
recorrer, hombres y mujeres gentiles daban las indicaciones para llegar a los
lugares buscados y el sistema de transporte simple, todo señalizado, el metro y
los buses con sistemas integrales de pago por tarjeta le pareció maravilloso
comparado con la ciudad de donde venía, se subió en un bus y pretendió pagar
con monedas el conductor le explico lo de las tarjetas, se quiso bajar pero le
dijo vamo noma poo, la próxima compre su tarjeta.
Al día siguiente tomo un bus que
lo llevo al litoral, Santo Domingo, un sitio tranquilo, verde como todo el
trayecto , de casas con jardines sin muros, poca gente ,busco
a una prima y se alojó allí. Gente amable conversadora lo hicieron sentir en
casa, como que no se hubiera ido por tanto tiempo. Rieron al conjuro de vinos y
luego pasearon por el puerto de un mar azul en una tarde fría, la pesca variada
del día era ofrecida y el hablar de la
gente le sonaba a un rincón de un lejano recuerdo.
Se quedó más de lo pensado y
fueron a la casa del poeta, Isla Negra, frente al mar ,rodeada de pinos y
envuelta en la fragancia amable del
océano y la poesía con olor a bosque, los vendedores de artesanía y recuerdos eran parte de la escenografía. Un recuerdo de
su padre asomo de visitas anteriores como suave viento.
Desde el litoral es posible ver
al fondo a la cordillera es un país de geografía angosta. Regreso a la capital
con el bullicio de las urbes, compro frutas
pan y café y volvió al hotel
donde durmió y los sueños raros
mezclaban el tiempo y los
lugares. Despertó tarde y fue a caminar por el centro antiguo de la ciudad ,edificios grises antiguos, la gente abrigada, se volvió a sorprender del orden y el respeto
en tráfico en especial a los peatones, eran años de aprendizaje, almorzó platos
del lugar cazuela de ave, pastel de choclo .
El clima cambio de un día para
otro y luego de días soleados vino uno
lluvioso y oscuro la temperatura bajo mas . Fue al barrio más cerca
de la cordillera y una lluvia que se congelaba le golpeo el rostro – agua nieve
– le anuncio un vendedor ambulante. Fue una tarde muy fría, logro encontrarse con otros primos que lo
recibieron con un cariño que lo abrumo, en un barrio con poca gente en las calles, se
juntaron y recordaron visitas anteriores acompañados de una cena deliciosa y
vieron que habían envejecido aunque el tiempo parecía una referencia relativa y
confusa.
Contaron anécdotas y recordaron a
los mayores que ya no estaban, los
recuerdos venían en desorden algunos no los tenían claros y otros los habían
olvidado confundido o entreverados,
igual disfrutaron de una vieja amistad
iniciada por sus padres, que remontaba en el tiempo a historias de inicios del siglo pasado, celebraron que la
amistad se hubiera mantenido en el tiempo y la distancia, el vínculo forjado en
la generación anterior era muy fuerte.
Retorno a su alojamiento y un
primo le contó cosas de la abuela, y de cosas que no sabía, pero iban
configurando su historia personal que tenía nieblas y cosas que percibía que
quedarían enterradas y que habría que respetar.
El viaje de retorno fue tarde por calles vacías con poco tránsito de
iluminación tenue, con árboles y casas
sin murallas a diferencia de donde venía donde las casas tenían altos muros con
alambradas eléctricas de protección , una ciudad con miedo, con calles cerradas
y llenas de vigilantes, comparo las calles tranquilas después de la
lluvia, y un sentimiento raro lo embargo
de un sosiego , de una paz quienes vivirían en esas casas, pudo haber sido el
,si el destino y las decisiones hubieran sido
otras pero también pensó que de haberse quedado podría haber sido un muerto más de los tiempos
oscuros. La vida es como es, y no de otra manera.
Amaneció y fue a pasear por el
antiguo barrio de los comerciantes turcos de telas ahora llenas de tiendas mayoristas y exportaciones,
en una esquina una señora vendía unas galletas y unas masas tradicionales
compro las que se llaman calzones rotos y desayuno con mote con huesillo.
Vio las pistan con adoquines antiguos y arboles recordó su infancia desde el balcón,
eran tan parecidas, se vio mirando a través
de las barras a la vieja carreta con un
caballo de un vecino . Se vio en los hombros de su padre caminado
por la calle y su rostro tocando la rama de los árboles, reía y le compraban peras
en una bolsa de papel marrón.
Algo debió pasar que tuvieron que
emigrar al país de papá. Viajo con mamá y su hermanita y se quedaron a vivir,
no regresarían mas a vivir, solo algunas veces de visita.
El caballero tenía una alegría mezclada con nostalgias,
veía las calles, la cordillera, la gente
no se sentía del todo parte, pero tampoco tan lejano. Era como había
sido su vida no ser ni de aquí ni de allá. Igual recordó las canciones de
Violeta Parra, Quilapayun, Los Jaivas, Víctor Jara de un tiempo convulso de un tiempo de esperanzas que se truncó.
Se acercaba el día de partir y
como siempre busco desayunar en el mercado,
pan y café, antes de irse, el pan, el sabor, la textura estarían presente, cada lugar tiene pan pero
cada uno tiene el sabor de la memoria, el gusto de la infancia que solo se llega a querer cuando se está
lejos.
Esperaba volver , quedaron lugares sin visitar, pero logro hacer algo que tenía pendiente
buscar los documentos que atestiguaban su nacimiento su partida,
pero lo tenía pendiente por años, no se pueden perder las raíces, uno no
se debe ir sin dejar la historia escrita
para que los que vienen no tengan dificultades para rastrear a sus antepasados.
Siempre habrá alguno que se interese por saber quienes fueron sus abuelos y bisabuelos.
La vida es extraña, pensó
mientras iba al puerto que lo traía de vuelta, en cada esquina a la que llegas
al tomar la decisión, de tomar un rumbo u otro vas creando un futuro, y dejando
atrás otro que se trunca. En qué extraño
momento alguien toma una decisión de quedarse o irse, opciones que al tomarse, hacen desaparecer
otras, y crean un árbol o un bosque.
Vio la cordillera nevada, antes de partir, se emocionó
¿volveré? Se preguntó, y el viento frío
volvió a golpear su rostro y se vio niño con las mejillas rojas cuarteadas por
el frío. sintió un nudo en la garganta y partió una vez mas.
agosto 2018
de vientos y cometas que ya no están.
de vientos y cometas que ya no están.
la imagen de la cordillera es de google
la de isla negra es mía
la del mural de pinterest.
la de isla negra es mía
la del mural de pinterest.