En principio debo afirmar sin duda, que era una mujer
bellísima. Era medio día en mi paradero del bus, en la Residencial San Felipe, cuando
apareció llenándolo todo, literalmente lleno
el espacio, el horizonte y quede prendado.
Su belleza renacentista, no era la común, la ortodoxa, era una mujer grandiosa, superlativa, alta
de una gordura total, proporcionada. Una gorda maciza. Contundente, de carnes sólidas,
de estatura mayor al promedio, más de metro setenta y cinco, lejos de patrones
estéticos modernistas, una de las gracias de Rubens me vino a la mente , su
rostro redondo plenilunico sus carrillos con hoyuelos adornaban la sonrisa en
unos labios exageradamente carmesí en
una boca más bien pequeña pero no menos
sensual .
Sus pantorrillas inmensas tenían una línea aerodinámica muy firmes, detrás de las rodillas se le
formaban unos huequitos lúbricos, podrán pensar que exagero pero no, los muslos
jónicos de un capitel inimaginable, debajo
de la falda de una tela vaporosa las piernas debían ser, que se yo, titánicas , columnas del palacio de los excesos sería la mejor descripción.
A pesar de su sobrepeso su vientre era apenas
curvado como el de una gracia, en verdad
una criatura abundante, extrema, de medidas al límite ,bellas, a
decir del buen Marco Aurelio de una ubérrima tetamenta ,prodigiosa inalcanzable ,inasible donde
podría dormir una siesta eterna.
La nalgamenta firme sobredimensionada,
cadenciosa excedía por demás cualquier adjetivo, salía abruptamente de la
espalda y de las caderas, desafiando las
leyes de la gravedad y la lógica, la serenidad la cordura, tenía algo de africanidad a pesar de su blancura.
Su manos finas dedos largos y
gruesos terminaban en una larguísimas uñas finamente cuidadas del color de sus labios,
evidenciando ninguna domestica labor, unas pulseras de plata en la muñeca izquierda jugaban con los anillos
en cada dedo de su mano derecha, ah es cierto, de sus orejas pendían unos largos hilos plateados que le llegaba al cuello, delicia de
cualquier antropófago o vampiro.
La mujer boteriana de ojos cafés,
cejas perfectas se percató que entre todos
los que la observaban era quizá yo, el
que había quedado totalmente embobado,
prendado fascinado extasiado, abrumado
en resumen acojudado.
Me sonrió, no sé si lo hizo o lo imagine, con una gracia celeste se me
acerco como levitando, palidecí y mi
corazón se aceleró , se acercó y percibí
su perfume y su aroma de mujer, algo tenía que decirle,
hola, algo tenía que hacer y estaba
paralizado con taquicardia, se me acercaba con paso seguro, debo haberla
impresionado elaboro mi mente febril como siempre y
sin razón alguna por supuesto.
En esos segundos que la tierra
dejo de girar, y la ciudad desapareció yo pensé que me diría algo, no sé porque
siempre imagino cosas ilógicas, ella paso a mi lado como en cámara lenta, magnifica ,estiro el brazo más sensual que haya visto.
Mayestática
subió a un Audi negro, solo
recuerdo la
puerta que se cerraba y una leve sonrisa.
Yo seguí aturdido esperando la 48.
No la he vuelto a ver más.
la figura es del artista colombiano Fernando Botero.
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