martes, 3 de julio de 2018

en un paradero de bus

                                                 ESTÉTICA DE LA EXUBERANCIA









    En principio debo afirmar sin duda, que era una mujer bellísima. Era medio día en mi paradero del bus, en la Residencial San Felipe, cuando apareció llenándolo todo, literalmente lleno  el espacio,  el horizonte y quede prendado.

 Su belleza renacentista, no era la común, la ortodoxa, era una mujer grandiosa, superlativa, alta de una gordura total, proporcionada. Una gorda maciza. Contundente, de carnes sólidas, de estatura mayor al promedio, más de metro setenta y cinco, lejos de patrones estéticos modernistas, una de las gracias de Rubens me vino a la mente ,  su rostro redondo plenilunico sus carrillos con hoyuelos adornaban la sonrisa en unos labios exageradamente carmesí   en una boca más bien pequeña  pero no menos sensual .

Sus pantorrillas   inmensas tenían una línea aerodinámica  muy firmes, detrás de las rodillas se le formaban unos huequitos lúbricos, podrán pensar que exagero pero no, los muslos jónicos de un capitel  inimaginable, debajo de la falda de una tela vaporosa las piernas debían ser, que se yo, titánicas ,  columnas del palacio de los excesos  sería la mejor descripción.


 A pesar de su sobrepeso su vientre era apenas curvado  como el de una gracia, en verdad una criatura abundante, extrema, de medidas al límite  ,bellas, a decir del buen Marco Aurelio de una ubérrima tetamenta  ,prodigiosa inalcanzable ,inasible donde podría dormir una siesta eterna.

 La nalgamenta firme sobredimensionada, cadenciosa excedía por demás cualquier adjetivo, salía abruptamente de la espalda  y de las caderas, desafiando las leyes de la gravedad y la lógica, la serenidad la cordura,  tenía algo de africanidad a pesar de  su blancura.

Su manos finas dedos largos y gruesos terminaban en  una larguísimas uñas finamente cuidadas del color de sus labios, evidenciando ninguna domestica labor,  unas pulseras de plata  en la muñeca izquierda jugaban con los anillos en cada dedo de su mano derecha, ah es cierto, de sus orejas pendían unos  largos  hilos plateados que le llegaba al cuello, delicia de cualquier antropófago o vampiro.

La mujer boteriana de ojos cafés, cejas perfectas se percató que entre todos  los que la observaban  era quizá yo, el que había quedado  totalmente embobado, prendado fascinado extasiado, abrumado  en resumen acojudado.

 Me sonrió, no sé si lo hizo o  lo imagine, con una gracia celeste se me acerco como levitando,  palidecí y mi corazón se aceleró ,  se acercó y percibí su perfume  y su  aroma de  mujer,  algo tenía que decirle, hola,  algo tenía que hacer y estaba paralizado con taquicardia, se me acercaba con paso seguro, debo haberla impresionado elaboro   mi mente febril como siempre  y sin razón alguna por supuesto.

En esos segundos que la tierra dejo de girar, y la ciudad desapareció yo pensé que me diría algo, no sé porque siempre imagino cosas ilógicas, ella   paso a mi lado como en cámara lenta, magnifica ,estiro el brazo más sensual que haya visto.

 Mayestática    subió a un Audi negro, solo recuerdo    la puerta que se cerraba  y una leve sonrisa. Yo seguí aturdido  esperando la 48.

No la he vuelto a ver más.

Chejo.        2015                      

la figura es del artista colombiano Fernando Botero.























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