Día de la virgen del Carmen
La pandemia seguía, el levantamiento de la cuarentena hace
dos semanas recién comenzaba a mover las estadísticas.
Seguía de de cuarentena tengo mas de 65 y vivo con mi
esposa, tratamos de salir lo menos posible, si lo hacemos es por las mañanas a
comprar algo en la tienda a la vuelta de la esquina, no salimos de tarde ni de noche.
Sin embargo, hoy me dio ganas de comer pan del día y no eso de molde o los
panes de la mañana que compramos cada dos días y hay que calentar.
Voy a comprar pan a esa panadería cerca del mercado- le dije a mi señora que estaba tejiendo, eran
como las seis y empezaba a oscurecer, estamos en invierno, pero hoy había
soleado y no hacía mucho frio. -vamos te acompaño- me contesto.
Salimos y las luces de los postes no habían prendido aun,
caminamos una cuadra, y vimos a una ancianita parada en la puerta de una casa,
no llevaba cubre boca, recuerdo que tenía un chal, cuando estuvimos cerca nos abordó.
–buenas tardes ¿Uds. viven por acá no?
Si señora en que podemos ayudarla, pregunte.
Muy educada, nos dijo – disculpen, pero ¿van para el mercado? -vamos a la panadería le contesto mi señora,
se le ofrece algo. -si por favor, yo no puedo ir sola, mi hija ha salido,
pueden comprarme estas pastillas, nos dijo mostrándonos unas envolturas. –no
puedo dormir y no sabe lo que es pasarse la noche despierta caminando, es
horrible. Nos dijo casi llorando –mi señora le dijo pero ha salido sin mascarilla,
tiene que cuidarse.
No se preocupe la farmacia esta al paso y le compro, le
dije me alcanzo una moneda – Uds. son católicos,
dios y la virgen se lo paguen contesto - ¿Qué puerta toco? Le pregunte está me
dijo señalándola, pero el segundo timbre del segundo piso me dijo.
Fuimos compramos el pan de regreso pasamos a comprar las
pastillas había cola en la farmacia, -de pasada compro mis gotas para la vista
me dijo mi esposa, y le alcance un billete de 50 soles de pasada me cambias
para tener cambio.
Esperé afuera mientras oscurecía muy rápido los autos ya
pasaban con las luces encendidas, tiempo que no salía a esa hora, y me sentí
extraño en una ciudad que recobraba el movimiento, por el barrio no tanto, la
gente no sale mucho y se resguarda temprano.
Caminamos y al llegar a la casa que nos indicó la Sra. Le tocamos
el timbre , demoraba, - será porque es viejita le dije a mi esposa.
Del primer piso salió unas señoras como nosotros –mayor- y
nos preguntó ¿buscan a alguien? Si le dije, una señora muy mayor nos pidió que
que le compráramos estas pastillas, mientras se las mostraba, me dijo que
tocara el timbre del del segundo piso.
La Sra. con la puerta entre abierta, suspiro y me dijo
arriba no vive nadie, levante la mirada y estaba oscuro. Se me helo la sangre,
mi señora me miro incrédula, está es la casa de mi madre hace 10 años falleció,
era devota de la virgen del Carmen y hoy es su día nos dijo con los ojos ojos
húmedos son las pastillas que tomo y se me habían acabado.
Le entregue las pastillas, no dijimos nada más y nos fuimos,
pucha que nervios ¿no lo hemos imaginado no? Ya estaba oscuro, volteé a mirar y
una luz en el segundo piso de esa casa se apagaba.
carajo están penando dije, mi esposa me dijo tranquilo es
un alma buena y nos ha bendecido. Al llegar al edificio me acorde de las
monedas que me había dado metí la mano en mi bolsillo eran intis. Esas monedas
no circulaban más de treinta años.