CAFECITO
todos los locos son sorprendentes
Delavigne.
Caía la tarde, el sol estaba todavía muy fuerte a pesar que
eran mas de las seis, se acercaba la puesta del sol, el cielo comenzaba a colorearse de naranja, el hombre seguía su ruta al borde de
la pista, con paso lento uniforme con la mirada perdida en el horizonte , pensando sabe Dios en que ,el sol
le daba en la cara tostada de ese verano
inclemente que no acababa.
Todavía le faltaban por lo menos una hora para llegar a su
destino, sudaba poco, la cara sucia, la cabellera y la barba largas apelmazadas , desarrapado con zapatillas
rotosas, comía lo que iba encontrando en el camino alguna fruta a medio comer,
buscaba en los basurales restos que pudieran saciar su hambre. Siempre
encontraba una fuente de agua, un caño una acequia donde refrescarse y calmar
su sed.
El loco cafecito, así lo conocía la gente, nadie sabía su
nombre porque nunca lo dijo, era un loco pacífico, amanecía tapado con trapos o
cartones dependiendo la temporada o de lo que los vecinos le daban.
Temprano se paraba en la pared de un terreno sin
construir caminaba cuatro cinco pasos pegado
al muro y volvía a repetir y esa
operación infinidad de veces hablando
una jerigonza en voz baja, cuando la
gente del barrio salía a comprar el pan , solo decía cafecito , cafecito , y
entre los vecinos se encargaban de darle una taza con café y uno o dos panes, a
veces solía decir entre tímido y respetuoso más azúcar más azúcar, y seguía su
ida y vuelta, la mirada baja hasta las diez de la mañana que emprendía una
marcha en contra del camino del sol, siempre por el costado de la carretera,
lenta sin apuros pero con el destino fijo, caminar contra el sol como queriendo
regresar en el tiempo , hablando bajo cosas ininteligibles, cafecito ,caminaba
y caminaba.
Lo veía al salir al colegio
y los fines de semana cuando desaparecía con ese andar de filósofo en
busca de una verdad, de un matemático ejecutando operaciones mentales
intrincadas, concentrado en lo suyo ,ignorando el entorno ,el mundo , los
perros que le ladraban a lo más les hacia el ademán de agarrar una piedra que no había
y los quiltros salían corriendo ,seguía su marcha por el mercado algo de comer conseguía, los
locos en la historia habían sido
considerados seres especiales y la gente consideraba que darle algo le ayudaría
a que el negocio vaya bien , solo estiraba la mano con la mirada baja sin asomo
de agresividad ,más bien entre humilde y un reclamo a la vida.
Caminaba invierno verano todo el año, en silencio en su
largo recorrido de pronto se detenía y comenzó ese ritual de dar cuatro pasos y regresar en un ir y venir, que podía durar
unos minutos o mucho más tiempo, daba vueltas como un sabio que casi tenía la
respuesta al problema, y dar vueltas lo acercaba al fin del dilema. De pronto, salía del circuito algo se le iba las
operaciones estaban mal los cálculos fallaban, sin desesperarse continuaba su
marcha silente pensativa buscando soluciones, respuestas en el laberinto.
Cómo sería su reloj interno que pasadas las dos de la tarde emprendía
el retorno llegaba con las últimas luces
del día. Así pasaban sus días sus meses, era parte del barrio y la gente le
dejaba ropa, comida. Un día descubrimos que se subía la pared del terreno vacío
y allí hacía sus necesidades, no
ensuciaba la calle, había construido una choza con cartones palo trapos.
Era pues un hombre disciplinado de rutinas, respetuoso, la
policía no lo molestaba, no había quejas de él, se decía que había sido
profesor que enloqueció practicando ritos satánicos, otros que había
sobrevivido a un accidente donde murió toda su familia y que iba por las
carreteras tratando de ubicar donde fue el accidente. Se tejían historias, se
inventaban cuentos pero él allí dando sus vueltas cada cuatro pasos antes de
emprender su diaria caminata, algunas
veces se cansaba , se sentaba sonreía como recordando algo, alguien debía
cortarle el pelo y la barba cada cierto tiempo pero nadie supo quién era, una
vecina dijo alguna vez que era una mujer joven que podía ser su hija otros decían eran unas monjitas.
Nunca supimos de dónde vino, ni de su vida pasada, una única
vez, entro temprano a nuestra casa toco
la puerta de la sala pidió cafecito, mi mamá no se asustó y le dijo
espera y le dio su taza de metal con dos panes, era temprano salió y de pronto
volteo y dijo claro y con una bella voz- gracias doña Bertha-.después dejó la taza en la puerta.
Conocía por su nombre a los vecinos, así nos enteremos que
cada cierto tiempo tocaba la puerta de una vecina y pedía su café y agradecía
diciendo el nombre de la dueña de casa.
Un día desapareció,
y no volvimos saber de Cafecito, dijeron
que lo habían atropellado en la carretera, que había cambiado de barrio y lo
habían visto por el sur, otros por el norte, yo creo que recobro la locura y
volvió a la normalidad.
L imagen es del tarot.
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