miércoles, 6 de marzo de 2019

CAFECITO.


                                                               CAFECITO



Imagen relacionadaEn sus momentos de lucidez,
todos los locos son sorprendentes
Delavigne.





Caía la tarde, el sol estaba todavía muy fuerte a pesar que eran mas de las seis,  se acercaba  la puesta del sol,  el cielo comenzaba a colorearse de  naranja, el hombre seguía su ruta al borde de la pista, con paso lento uniforme con la mirada perdida en el horizonte , pensando sabe Dios en que ,el sol le daba en la cara tostada  de ese verano inclemente que no acababa.

Todavía le faltaban por lo menos una hora para llegar a su destino, sudaba poco, la cara sucia, la cabellera  y la barba  largas apelmazadas , desarrapado con zapatillas rotosas, comía lo que iba encontrando en el camino alguna fruta a medio comer, buscaba en los basurales restos que pudieran saciar su hambre. Siempre encontraba una fuente de agua, un caño una acequia donde refrescarse y calmar su sed.

El loco cafecito, así lo conocía la gente, nadie sabía su nombre porque nunca lo dijo, era un loco pacífico, amanecía tapado con trapos o cartones dependiendo la temporada o de lo que los vecinos le daban.

Temprano se paraba en la pared de un terreno sin construir  caminaba cuatro cinco pasos pegado al muro y volvía a repetir  y esa operación  infinidad de veces hablando una jerigonza en voz baja,  cuando la gente del barrio salía a comprar el pan , solo decía cafecito , cafecito , y entre los vecinos se encargaban de darle una taza con café y uno o dos panes, a veces solía decir entre tímido y respetuoso más azúcar más azúcar, y seguía su ida y vuelta, la mirada baja hasta las diez de la mañana que emprendía una marcha en contra del camino del sol, siempre por el costado de la carretera, lenta sin apuros pero con el destino fijo, caminar contra el sol como queriendo regresar en el tiempo , hablando bajo cosas ininteligibles, cafecito ,caminaba y caminaba.

Lo veía al salir al colegio  y los fines de semana cuando desaparecía con ese andar de filósofo en busca de una verdad, de un matemático ejecutando operaciones mentales intrincadas, concentrado en lo suyo ,ignorando el entorno ,el mundo , los perros que le ladraban a lo más les  hacia el ademán de agarrar una piedra que no había y los quiltros salían corriendo ,seguía su marcha  por el mercado algo de comer conseguía, los locos en la historia habían  sido considerados seres especiales y la gente consideraba que darle algo le ayudaría a que el negocio vaya bien , solo estiraba la mano con la mirada baja sin asomo de agresividad ,más bien entre humilde y un reclamo a la vida.
 
Caminaba invierno verano todo el año, en silencio en su largo recorrido de pronto se detenía y comenzó ese ritual  de dar cuatro pasos  y regresar en un ir y venir, que podía durar unos minutos o mucho más tiempo, daba vueltas como un sabio que casi tenía la respuesta al problema, y dar vueltas lo acercaba al fin del dilema. De  pronto, salía del circuito algo se le iba las operaciones estaban mal los cálculos fallaban, sin desesperarse continuaba su marcha silente pensativa buscando soluciones, respuestas en el laberinto.

Cómo sería su reloj interno que pasadas las dos de la tarde emprendía el retorno  llegaba con las últimas luces del día. Así pasaban sus días sus meses, era parte del barrio y la gente le dejaba ropa, comida. Un día descubrimos que se subía la pared del terreno vacío y allí hacía sus necesidades,  no ensuciaba la calle, había construido una choza con cartones  palo trapos.

Era pues un hombre disciplinado de rutinas, respetuoso, la policía no lo molestaba, no había quejas de él, se decía que había sido profesor que enloqueció practicando ritos satánicos, otros que había sobrevivido a un accidente donde murió toda su familia y que iba por las carreteras tratando de ubicar donde fue el accidente. Se tejían historias, se inventaban cuentos pero él allí dando sus vueltas cada cuatro pasos antes de emprender su diaria caminata,  algunas veces se cansaba , se sentaba  sonreía como recordando algo, alguien debía cortarle el pelo y la barba cada cierto tiempo pero nadie supo quién era, una vecina dijo alguna vez que era una mujer joven que podía ser su hija otros decían eran unas monjitas.

Nunca supimos de dónde vino, ni de su vida pasada, una única vez, entro temprano a nuestra casa toco  la puerta de la sala pidió cafecito, mi mamá no se asustó y le dijo espera y le dio su taza de metal con dos panes, era temprano salió y de pronto volteo y dijo claro y con una bella voz- gracias doña Bertha-.después dejó la taza en la puerta.

Conocía por su nombre a los vecinos, así nos enteremos que cada  cierto tiempo tocaba la puerta de una vecina y pedía su café y agradecía diciendo el nombre de la dueña de casa.

Un día desapareció, y no volvimos saber de  Cafecito, dijeron que lo habían atropellado en la carretera, que había cambiado de barrio y lo habían visto por el sur, otros por el norte, yo creo que recobro la locura y volvió a la normalidad.

L imagen es del tarot.








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